martes, 17 de marzo de 2009

“Liberen la verdad”

Las luchas por la defensa de la democracia, la justicia y los derechos ciudadanos deben enmarcarse dentro los límites propios de esos valores


Con el lema ‘Liberen la Verdad’, familiares Leopoldo Fernández y varias organizaciones sociales han dedicado la jornada de ayer a recordar los seis meses de detención del ilegalmente destituido pero legítimamente electo prefecto de Pando. Pero más allá del caso individual, se ha llamado la atención del país y del mundo sobre la manera arbitraria como fueron detenidos y son mantenidos en la reclusión muchos ciudadanos acusados de haber promovido los enfrentamientos de Porvenir el 11 de septiembre del pasado año.

Lo que piden los promotores de estas movilizaciones no es que Fernández y los demás detenidos sean liberados de cualquier responsabilidad que pudieran tener. Se reconoce que los luctuosos acontecimientos que tuvieron lugar en Pando deben ser objeto de una investigación y los implicados –tanto los del oficialismo como los de la oposición— sometidos a un juicio justo.

Lo que se exige, pues, es simplemente que el proceso vuelva al cause de la legalidad. Que los más elementales derechos ciudadanos de los imputados sean respetados, que se respete lo que para estos casos tiene previsto la legalidad vigente. En el caso de Fernández, no es otra cosa que un juicio de responsabilidades.

El mismo prefecto pandino se ha encargado de aclarar cuál es su demanda. En una carta pública, Fernández aclaró que no pide que se le dé libertad irrestricta sino, simplemente, que se le dé lo que le corresponde como a cualquier ciudadano: la posibilidad de defenderse de acuerdo a su estatus de prefecto elegido por el voto de la gente. Pero además de esas demandas, el movimiento promovido alrededor de esa causa se propone sentar las bases de una oposición política, por ahora inexistente, capaz de dar batalla en el escenario democrático. Para ello, los comités cívicos de los departamentos autonomistas se proponen analizar la posibilidad de constituir un Frente Amplio y definir una posición conjunta sobre la situación política nacional y sus múltiples desafíos.

La decisión de llevar las luchas cívicas de esos departamentos al escenario político, de modo que su campo de acción sean los escenarios de la democracia y no, como hasta ahora, las luchas callejeras, es desde todo punto de vista encomiable. Es el reflejo de una sana autocrítica sobre la manera de actuar que hasta ahora tuvieron, la que dio lugar a graves errores entre los que se destaca el haberse dejado llevar, como en Pando, al terreno de la violencia.

En todo momento, pero con mayor razón en circunstancias como las actuales, es necesario que las luchas por la defensa de la democracia, la justicia y los derechos ciudadanos se enmarquen precisamente dentro los límites que imponen esos valores. Cualquier acto que se salga de ellos sólo contribuirá, como ya se ha visto, a que se imponga el espíritu autoritario.

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