martes, 30 de junio de 2009

Honduras y los desatinos de la oposición

Los golpistas hondureños tendrán que recular y el proyecto del Socialismo del Siglo XXI habrá recibido así otra victoria de regalo

Durante los últimos tiempos, pero con especial insistencia durante las últimas semanas, nos hemos referido en este espacio editorial al enorme riesgo que para el futuro de la democracia en nuestra región representan algunas corrientes políticas que recuerdan con nostalgia los tiempos en los que las hordas militares, a través de golpes de Estado, intervenían en la vida política de gran parte de los países Centro y Sudamérica.

Decíamos también que entre quienes con sus actos más contribuyen a la consolidación de los regímenes con aspiraciones totalitarias están quienes, por su incapacidad para lidiar en los escenarios democráticos, caen fácilmente en la tentación de recurrir a los métodos violentos. Son quienes se niegan a reconocer que, muy a pesar de sus deseos, ya no son viables los regímenes cuya legitimidad proviene de las bayonetas.

Dos claros ejemplos de lo inviables y contraproducentes que son los intentos de llevar las luchas políticas por los caminos de la violencia los vimos en Venezuela, en abril de 2002 y en Bolivia entre agosto y septiembre de 2008. En ambos casos, la oposición fue rotundamente derrotada y, como contrapartida, los regímenes de Chávez y Morales se afianzaron en el poder.

Con esos antecedentes, y dada la similitud de las circunstancias, no es difícil prever que el conato de golpe de Estado que durante el pasado fin de semana se ha producido en Honduras está también condenado al fracaso. Los promotores de la arremetida contra el presidente Zelaya tendrán que recular y el proyecto del Socialismo del Siglo XXI habrá recibido así otra victoria de regalo.

Si ese es el desenlace de la crisis hondureña, como todo parece indicar, se habrá demostrado una vez más que quienes no respetan a las instituciones democráticas, aun cuando la correlación de fuerzas les es adversa, a la larga resultan siendo los mejores aliados de quienes quisieran gobernar sin el estorbo de la legalidad republicana.

Como la experiencia lo confirma, los sectores antidemocráticos de la oposición son los mejores aliados de los proyectos políticos totalitarios tanto en Honduras como en Venezuela o Bolivia; razón más que suficiente para que marcar las distancias correspondientes deba figurar entre las tareas prioritarias de la oposición democrática.

Entre las muchas razones que condenan de antemano a los golpes de Estado, sea cual fuese la forma que en que éstos se produzcan, es que no hay ningún gobierno en el mundo civilizado que esté dispuesto a avalar ese tipo de actos. Por eso, quienes proponen contrarrestar los avances del “Socialismo del Siglo XXI” con métodos propios de los años 70 no sólo que están perdiendo el tiempo, sino que están contribuyendo en gran medida a la consolidación y legitimación de los regímenes que pretenden combatir.

lunes, 29 de junio de 2009

Latinoamérica entre tres caminos

Cada uno de los muchos actos electorales que se realizarán durante los próximos meses será parte de un proceso de alineamiento de fuerzas

Toda América Latina, desde México en el norte hasta Argentina en el sur, está ingresando a una especie de encrucijada en la que cada uno de los países, a su turno, tendrá que elegir entre uno de los caminos que se le abren hacia el porvenir.

Cada país, como es obvio, afronta el desafío en diferentes circunstancias dictadas por su propia historia, sus errores y aciertos del pasado, su idiosincrasia y múltiples factores que le dan a cada uno un sello particular. Sin embargo, más allá de las diferencias formales, en líneas generales todos se enfrentan a un reto similar por lo que los elementos de juicio que deberán tomarse en cuenta a tiempo de elegir el camino a seguir son también muy parecidos.

Por ahora, son tres las posibilidades que se tienen al frente. En un extremo, la elegida y encabezada por Venezuela bajo la conducción de Hugo Chávez y la inspiración de la Cuba socialista. Una segunda opción es la que tiene en Brasil y a Lula da Silva como su principal exponente. Y finalmente, la ía por la que han optado Colombia y Perú.

El primer bloque, cuyos principales exponentes son Venezuela y Cuba tiene su máxima expresión en la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA - TCP). Bolivia, Ecuador, Nicaragua, algunas pequeñas islas caribeñas, y hasta ayer Honduras –cuyo futuro es incierto--, son sus integrantes,

El segundo camino, además de Brasil, tiene entre sus seguidores a Uruguay y, sorprendentemente, a El Salvador ahora gobernado por el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. La opción hasta ahora escogida por este grupo es la de un socialismo democrático y sobre todo, pragmático.

Finalmente, Colombia y Perú se presentan como dos ejemplos paradigmáticos de una opción franca y abiertamente comprometida con el “neoliberalismo” y los ingredientes conservadores que lo suelen acompañar.

Además de los casos mencionados, hay otros cuya clasificación no es fácil. México, por ejemplo, que pese a su enorme peso económico ha perdido toda relevancia continental desde el punto de vista político en gran medida porque desde años se mantiene en una especie de limbo. Caso parecido al de Argentina, que desde años no sale de un extravío que la condena a jugar un papel cada vez más marginal en el escenario económico y político continental.

Chile, finalmente, es el país que se sale de toda clasificación posible en el contexto latinoamericano por una sola razón: es el primer país de la región que ha cruzado una línea más allá de la cual los problemas se parecen más a los que agobian al “Primer Mundo” que a los “subdesarrollados” del planeta.

En ese contexto, cada uno de los muchos actos electorales que se realizarán a lo largo y ancho de Latinoamérica durante los próximos meses deberá ser visto como parte de un proceso de alineamiento de fuerzas.

domingo, 28 de junio de 2009

Lecciones de una oposiciòn indeseable

Nada ha desacreditado tanto a la oposición venezolana como ciertos individuos y organizaciones de una indeseable ultraderecha medieval

Hace unos días, en una publicación digital venezolana, al reflexionar sobre situación política de su país, un simple ciudadano proponía algunas preguntas con el fin de salir de lo que denominó un “autoengaño” colectivo que tiene atrapado a su país.

Proponía, como primer punto, afrontar una pregunta simple: “¿Por qué la mayoría de los venezolanos apoya a Hugo Chávez y a su proyecto político?” Y como lo que propone es buscar la verdad y no sumarse a quienes se empeñan en negarla, empieza por rechazar las idea según la cual el tal apoyo al chavismo no existe, que es sólo un espejismo fruto del fraude, la manipulación, el cohecho o cualquier otra cosa menos sincera identificación de una buena parte del pueblo venezolano con lo que dice y hace su caudillo.

Como segundo paso, recomienda indagar sobre los orígenes de ese apoyo. Y al hacerlo, identifica dos principales: uno, el atractivo que de por sí tienen por muchas razones ligadas con la historia latinoamericana los discursos populistas, antiimperialistas, anticapitalistas. Averiguar porqué eso ocurre es un desafío que corresponde asumir a los intelectuales.

Un segundo factor que explicaría el éxito del chavismo es la antipatía, aversión incluso, que en gruesos sectores de la ciudadanía provocan los dirigentes que desde hace diez años aspiran a erigirse en cabezas de la oposición. Es el caso de los aspirantes a caudillos, o el de “señoritos” que desprecian la política y creen poder sustituirla con campañas de “marketing electoral”. Son los que en su momento creyeron que la mejor manera de contrarrestar la primera postulación de Chávez era oponiéndole a Irene Sáez, una ex miss Venezuela. Y hoy siguen pensando igual, con similares resultados.

Pero según las reflexiones que comentamos, nada ha desacreditado tanto a la oposición venezolana como ciertos individuos y organizaciones de una derecha ultraconservadora que parece salida de las páginas de la historia medieval. Una ultraderecha que añora los tiempos en los que el secuestro, la desaparición de personas y la tortura eran los métodos más empleados para enfrentar a los agentes del “comunismo internacional”. El temor de que esas corrientes lleguen a prevalecer en las filas de la oposición ha sido una de las causas para que los sectores más sensatos de la ciudadanía venezolana se nieguen a participar en la actividad política.

Es eso tan cierto que los líderes de esas organizaciones, cuya propuesta de futuro tiene su principal referente en la Edad Media, nunca han logrado siquiera el uno por ciento de los votos en elecciones venezolanas, pero han causado enormes estragos en el prestigio de las organizaciones con las que se relacionaron, la Iglesia católica incluida, lo que las hizo presa fácil de las campañas oficialistas. Es de esperar que en Bolivia no se siga por el mismo camino.

sábado, 27 de junio de 2009

Los frutos de la “nacionalización"

Ante la contundencia con que se impuso el engaño, resultan inútiles los esfuerzos que hacen los expertos para hacer oír sus advertencias


Si alguien todavía tenía alguna duda sobre la verdadera naturaleza de la “nacionalización” de los hidrocarburos y, lo que es peor aún, sobre las consecuencias que tal medida traerá para el futuro de nuestro país, es probable que ésta haya sido ya despejada a la luz de las más recientes informaciones que sobre el tema se han publicado.

La manera pueril como se negoció la compra de las acciones que Shell y Ashmore tenían en Transredes; la descarada manera como tal transacción fue presentada, despliegue militar de por medio, como si de un heroico acto se tratara; el silencio cómplice que ante tan burdo engaño mantuvieron mientras les fue conveniente hacerlo los directores de la empresa, son pequeñas muestras de lo lejos que se llevó, en el campo político y propagandístico, lo que en los hechos es una monumental estafa al pueblo boliviano.

Pero nada de lo anterior es en sí mismo grave. Al final de cuentas, es sólo una manifestación más de la manera como se ha hecho de la mentira el pilar fundamental de un proyecto político. Nada que deba sorprender cuando la mitomanía imperante deja sus huellas en todos y cada uno de los pasos que se da en el “proceso de cambio” en curso.

Cuando el asunto adquiere dimensiones dignas de preocupación es cuando se cuantifican sus consecuencias en términos económicos y, mucho peor aún, cuando las cifras se proyectan hacia el porvenir. Lo único que se puede ver al hacer ese ejercicio es un país que se encamina a pasos agigantados desde la pobreza hacia la miseria.

La falta de inversiones externas para la exploración, perforación y explotación de nuevos campos, la malversación de los pocos recursos propios disponibles, la falta de idoneidad profesional de quienes tienen a su cargo la toma de decisiones en el sector hidrocarburìfero son algunos de los factores que no permiten ver con optimismo el futuro.

Pero aún peores son las consecuencias que tales circunstancias ocasionan en nuestra relación con el mundo externo, y principalmente con los principales compradores de nuestros hidrocarburos. Es el caso de Brasil y Argentina que ya planifican su futuro sin contar con el gas boliviano. Y no menos significativas son las inversiones que hacen Trinidad y Tobago, Perú y –el colmo de la paradoja— Venezuela, para copar los mercados que Bolivia está abandonando.

Ante tal panorama, y frente a los impulsos suicidas que por lo visto se han apoderado de la mente de quienes conducen la política hidrocarburífera nacional, resultan inútiles los esfuerzos que hacen los expertos en la materia para hacer oír sus advertencias. En vano se desgañitan tratando de detener la destrucción de la principal fuente de ingresos que todavía tiene nuestro país. Es una muestra más de lo lejos que puede llegar la mitomanía cuando todo un pueblo se hace adicto a ella.

viernes, 26 de junio de 2009

“¡Patria y socialismo o muerte!”

Ante los actos realizados en Venezuela, resulta pertinente preguntar: ¿Estarán los militares bolivianos conscientes de lo que eso significa?

Con esa consigna, Hugo Chávez inauguró el pasado miércoles la parada militar con que todos los años se conmemora la batalla de Carabobo.

El acto, en lo que parece algo más que una casualidad, coincidió con la inauguración de la VI Cumbre Extraordinaria de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), integrada por nueve países que se adhieren al proyecto de “Socialismo del Siglo XII” encabezado por el caudillo venezolano.

“¡Patria y socialismo o muerte!” fue la frase pronunciada en tono marcial por el jefe militar que encabezó el desfile desde un carro blindado al pedir permiso para inaugurar el acto. “¡Venceremos!” respondió el presidente venezolano, dando así la señal de de partida para que los representantes de las Fuerzas Armadas de Venezuela, Cuba, Bolivia, Honduras y Nicaragua den testimonio marcial de su adhesión a “una revolución socialista, pacífica pero armada”, que es como fue descrito el proceso encabezado por Hugo Chávez.

La magnitud y elocuente carga simbólica del acto no es algo que pueda ser visto como algo irrelevante. Es que si bien no es la primera vez que se conmemora con un desfile militar la batalla de Carabobo, lo ocurrido en esta ocasión no tiene antecedentes. En lo cualitativo, porque nunca antes se había realizado una parada militar con la participación de representantes de las Fuerzas Armadas de tantos países. Y en lo cuantitativo, porque los 250 vehículos blindados, y las varias decenas de aviones F-16 y de varias flotillas de flamantes Sukhoi, fueron portadores de un mensaje que sólo puede parangonarse con los que eran propios de la guerra fría, en décadas pasadas, o los de Corea del Norte, en los tiempos actuales.

La otra faceta del encuentro de los presidentes que se adhieren a “la Alba”, en contraste, resulta poco relevante. Es que la insignificancia económica de las transacciones económicas entre los integrantes del bloque lo ha hecho merecedor del calificativo de “club de mendigos” aglutinados alrededor de un repartidor de limosnas, descripción que es respaldada por las cifras.

Como se ve, si bien los avances del grupo son económicamente poco menos que nulos, política y militarmente son dignos de la mayor atención. No es un pequeño detalle que los representantes de las Fuerzas Armadas de seis países se cuadren al oír la voz de mando: “¡Patria y socialismo o muerte!” y que lo hagan con una actitud de franca sumisión.

Tampoco es irrelevante el hecho de que en la declaración final de su encuentro los nueve mandatarios hayan expresado su “respaldo a la Revolución Islámica de Irán, a las instituciones de la República Islámica de Irán, y al gobierno del presidente Mahmud Ahmadinejad”.

Ante tales hechos, resulta pertinente preguntar: ¿Estarán los militares bolivianos conscientes de lo que todo eso significa?

jueves, 25 de junio de 2009

Argentina, entre dos caminos


Pocos pueblos del mundo tienen tan claras muestras de lo profundas que pueden llegar a ser las consecuencias de decisiones equivocadas

El próximo domingo, 28 de junio, el pueblo argentino concurrirá a las urnas para renovar parcialmente el Poder Legislativo de su país. Deberán elegir a la mitad de los miembros de la Cámara de Diputados y un tercio de la Cámara de Senadores. Será, además, como suele ocurrir siempre que se realizan elecciones en medio de una gestión gubernamental, una especie de referéndum en el que la ciudadanía evaluará para aprobar o reprobar la gestión de Cristina Fernández de Kirchner.
La principal consecuencia de la decisión que tome el pueblo argentino será la consolidación o no del proyecto político encabezado por el matrimonio Kirchner, el mismo que tiene entre sus principales características el debilitamiento de las instituciones republicanas y su sustitución por la voluntad de una pareja con aspiraciones dinásticas. Así, Argentina tendrá que elegir entre dar más poder a la pareja que los gobierna o reforzar la democracia representativa mediante un apoyo a los candidatos de la oposición.
Por el contexto y la coyuntura internacional en que se realizará el acto electoral del domingo, el resultado que arrojen las urnas tendrá repercusiones en el escenario político continental. Es que lo que está en juego en Argentina es, en gran medida, la posibilidad de que ese país incline la balanza, actualmente en precario equilibrio, entre dos proyectos de futuro que están disputándose la supremacía en esta región del mundo. Se trata del “socialismo del Siglo XXI” encabezado por Hugo Chávez, y el socialismo democrático cuyo principal líder es Luiz Inacio Lula da Silva.
Hasta ahora, en gran medida debido a que el Poder Legislativo logró poner límite a los ímpetus del matrimonio Kirchner y sus seguidores, Argentina se mantuvo navegando entre ambas aguas. No llegó a alinearse de manera inequívoca con el bloque encabezado por Chávez, pero tampoco dio muestras claras de haber optado decididamente por el más moderado camino escogido por Lula en Brasil, y Vásquez en Uruguay.
La importancia de tal disyuntiva es enorme, pero en el caso argentino tiene especial importancia pues. La rapidez con que Argentina pasó de ser uno de los países más prósperos del mundo a engrosar la lista de los países subdesarrollados del planeta, es un claro ejemplo de lo fatales que pueden ser las consecuencias de los extravíos de un pueblo.
El domingo Argentina tendrá que elegir entre continuar retrocediendo por el camino que conduce a la pobreza, o rectificar el rumbo reforzando los límites que hasta ahora han impedido la plena imposición de un régimen contaminado de todos los vicios del caudillismo populista.

miércoles, 24 de junio de 2009

Tiwanaku y la reinvención del pasado

A este paso, nadie deberá sorprenderse si disparates como el del “año nuevo aymara” comienzan a multiplicarse al influjo de los cheques venezolanos

Como era previsible, dadas las dificultades que suelen encontrar en su camino todos los intentos de rescribir la historia de los pueblos, las investigaciones que se realizan en Tiwanaku han comenzado a ser motivo de agrias disputas entre los arqueólogos encargados de conducir las excavaciones y las autoridades “indígena originario campesinas” de la zona.

En lo que parece algo más que una casualidad, el día fijado para celebrar el año nuevo aymara fue el escogido por los comunarios del municipio Tiwanaku para intervenir el centro arqueológico y expulsar a los “intrusos” técnicos de la Unidad Nacional de Arqueología (Unar) que desde hace cinco años tenían a su cargo las excavaciones en la pirámide de Akapana como parte de un proyecto financiado por la CAF y Soboce.

Desde entonces, fue mucho lo que se avanzó en el proyecto de excavación y restauración de la pirámide de templo ceremonial tiwanakota, cuya construcción, según los datos arrojados por las investigaciones, se remonta al año del 1.200 aC. Desde que se iniciaron los trabajos se excavaron alrededor de 8.000 metros cuadrados y se restauraron 3.600. Se hallaron unas cien tumbas en las que se conservan vestigios de entierros rituales, además de miles de piezas de cerámica y piedras talladas, pero nada que satisfaga las expectativas de las autoridades “originarias”.

Pese a la enormidad de la tarea, que contrasta con lo exiguos que son los recursos económicos disponibles, los trabajos estaban bien encaminados y muchos de los principales centros especializados en investigaciones arqueológicas del mundo expresaron su interés en colaborar en el proyecto. Desgraciadamente, como en otros casos, la fatal combinación de ignorancia y mezquindad impidió la participación de gente que exige un mínimo de seriedad.

A pesar de todo, había motivos para alentar la esperanza en la posibilidad de que la pirámide de Akapana, poco a poco, salga a la luz desde el fondo de la tierra y de los siglos para dar testimonio de los logros de quienes construyeron Tiwanaku. Esperanzas que se van desvaneciendo a medida que el asunto cae en manos de quienes han decidido que la historia sea escrita no a la luz de los instrumentos que da la ciencia moderna, sino en función a una “reinvención del pasado” que, obviamente, resulta incompatible con el rigor científico.

En ese contexto, no es sorprendente que los arqueólogos de Unar hayan sido expulsados de Tiwanaku y su lugar ocupado por quienes estén mejor dispuestos a reescribir la historia según las conveniencias propagandísticas del momento. A este paso, nadie deberá sorprenderse si disparates como el del “año nuevo aymara” comienzan a multiplicarse al influjo de los cheques venezolanos que son ahora los que financian las excavaciones de Tiwanaku.

martes, 23 de junio de 2009

Flamantes tradiciones “milenarias”

Es una de esas ocurrencias que pese a no tener ni el más mínimo respaldo en la realidad, están sentando las bases de una “reinvención del futuro”

La decisión del Presidente de la ex República de Bolivia –hoy Estado Plurinacional— de declarar feriado nacional el 21 de junio por ser esa la fecha en la que la “nación aimara” celebra el año nuevo supuestamente desde tiempos inmemoriales, ha dado lugar a múltiples reacciones.

La artillería de argumentos empleada para cuestionar tal medida es de lo más nutrida y diversa. Va desde lo estrictamente legal hasta lo que enseña el estudio de la arqueología, pasando por la historia, la antropología y el sentido común.

Ninguno de los muchos argumentos esgrimidos por expertos en sus respectivas áreas ha sido, sin embargo, suficiente para hacer mella en la decisión presidencial. Es que así como ya a nadie importa que la Constitución Política del Estado en su artículo 49 indique que “sólo la ley regula los feriados y otros derechos sociales”, lo que excluye la posibilidad de que nuevos feriados sean fijados por decretos, tampoco merecen atención los abundantes datos que señalan que el solsticio de invierno no tiene nada, pero absolutamente nada que ver con un recientemente inventado “año nuevo aymara” y muchísimo menos con el año 5518.

Según los entendidos en la materia --que obviamente no son los que se han dado a la tarea de reescribir la historia-- el famoso año nuevo aymara es una “milenaria tradición” cuyo origen se remonta a tiempos tan remotos como aquellos en los que se inventó la “whipala”. Es decir, algo más de veinte años, según los más antiguos vestigios.

Se puede pues suponer que si se hicieran los estudios necesarios para establecer el origen de los “milenarios” símbolos, y “ancestrales conocimientos”, se hallarían sin duda huellas que desembocarían en las mismas imaginativas mentes. Y no serán las de ancianos aymaras inspirados en los achachilas, sino ocurrentes sociólogos europeos o estadounidenses, de esos que a modo de distraerse recorren el mundo comprando “flamantes cosas viejas recién envejecidas”, o descubriendo “milenarias tradiciones recién inventaditas”.

A pesar de ello, algunas de las ocurrencias de moda podrían pasar más o menos desapercibidas por no estar del todo reñidas con un patrimonio común de la humanidad. Es el caso de los festejos del solsticio, un elemento compartido por todos los pueblos de la tierra que han cruzado un cierto umbral en el camino del conocimiento astronómico.

No puede decirse lo mismo de la caprichosa decisión de asignarle al año nuevo inaugurado ayer, el número 5518. Ese sí que es un invento que, por lo absurdo, parece una ridiculización, una burla, una mala broma hecha a costa de un pueblo al que se le ha perdido el respeto. Es una de esas ocurrencias que pese a no tener ni el más mínimo respaldo en la realidad, están sentando las bases de una “reinvención del futuro”.

lunes, 22 de junio de 2009

El mito de la “nacionalización”

Lo único que en los hechos tiene alguna relevancia es que el Gobierno ha logrado poner a su “nacionalización” mucho más allá del bien y del mal

Como si de algo sorprendente se tratara, las denuncias hechas por el ex presidente de YPFB-Transportes han sido recibidas por algunos círculos políticos y periodísticos como si el ex candidato presidencial de NFR hubiera sido el portador de una verdadera revelación. Como era de suponer, algunos aspirantes a candidatos opositores fueron los que con más entusiasmo las recibieron, suponiendo sin duda que algún rédito electoral podrían obtener al sumarse al alboroto originado en las nuevas denuncias.

Sin embargo, una semana ha sido suficiente para que el asunto vuelva al punto de donde salió: la tenebrosa oscuridad donde desde hace tres años se toman las decisiones relativas a la riqueza hidrocarburífera de nuestro país. El autor de las denuncias gozó de unos días de fama y seguramente nadie volverá a acordarse de él.

Que el asunto no haya merecido otra suerte es lo lógico y normal. Es que a estas alturas de la historia de la “nacionalización” ya nadie que esté medianamente informado puede hacer alardes de indignación –sin caer en lo ridículo-- ante una manera de actuar que no es la excepción, sino la regla. Es el caso de la manera como se procedió a comprar las acciones de Shell y Ashmore, procedimiento que en nada se distingue de todo lo hecho en nombre de la “nacionalización” de los hidrocarburos.

Que se trata de un pésimo negocio para el país, es evidente. Que se actuó sin asomo de transparencia, también. Que quienes negociaron en nombre del Estado lo hicieron como neófitos en el asunto, lo que los hizo presa fácil de los representantes de las transnacionales en las negociaciones, es incuestionable. Pero nada de eso es nuevo y mucho menos sorprendente.

Así se explica que al Gobierno le haya resultado tan fácil salir del paso. No importa que hasta ahora nadie haya podido precisar la magnitud del monto de las deudas de Transredes que será asumido por el Estado. Tampoco importa que entre una versión y otra haya algunas decenas de millones de dólares de diferencia. Lo único que en los hechos tiene alguna relevancia es que el Gobierno ha logrado poner a su “nacionalización” mucho más allá del bien y del mal.

Es tan incontrovertible el mito, que está fuera del alcance de cualquier argumento racional. El que se haya llegado a tal punto de confusión es en gran medida atribuible a la eficiencia con que los propagandistas del MAS lograron imponer esa idea, como muchas otras. Pero tanto éxito no hubiera sido posible si, además, no tuvieran al frente una oposición ideológicamente vencida, incapaz de ir más allá de las manifestaciones externas de los problemas. La facilidad con que se soslaya ese monumental fraude que fue todo el proceso de “nacionalización” es una de las claras muestras de lo rotundo que fue el triunfo ideológico del MAS,

domingo, 21 de junio de 2009

El síndrome de la rana hervida

En Bolivia, el papel de ese sistema nervioso confundido y adormecido lo cumplen las élites políticas de la oposición

Con cada día que pasa, decreto tras decreto, arbitrariedad tras arbitrariedad, en Bolivia se va consolidando de manera lenta pero segura un nuevo régimen económico, político y social. Sutilmente, casi sin que se lo note, ya hemos dejado de ser una República para pasar a ser un “Estado Plurincional” y tras ese asunto, aparentemente sólo formal, abundan las muestras de en Bolivia se está produciendo una profunda revolución, un cambio de enormes proporciones; una transformación que dejará muy honda huella en el destino de más de una generación.

Pero si la sutileza con que los cambios se van produciendo es una de las características del proceso, la otra, no menos importante, es la candidez de quienes tendrían que estar a la vanguardia de los sectores de la ciudadanía que no creen que el camino elegido sea el mejor de los posibles. Los “líderes” de la oposición, lejos de advertir la magnitud del desafío que tienen al frente y actuar en consecuencia, son los que con más entusiasmo minimizan el fenómeno político, lo caricaturizan, lo menosprecian y, en algunos casos, lo disfrutan.

¿Cómo se explica tan extraña manera de proceder? Una posible explicación la hallamos en lo que se conoce como el “síndrome de la rana hervida”. Consiste en que si introducimos una rana en una olla de agua caliente, la rana reacciona, da un salto y escapa. Pero si la introducimos en una olla de agua tibia y procedemos a calentarla lentamente, la rana permanece en el agua hasta morir. Es probable, incluso, que en algún momento se adormezca y entre en un plácido sueño del que nunca más despertará.

Se trata de un famoso experimento mediante el que se comprueba la capacidad que tienen los organismos vivos para adaptarse a cambios negativos siempre y cuando éstos no sean tan intensos que activen los mecanismos de defensa. Si los cambios son sutiles, paulatinos, tan leves que no resulten perceptibles, la rana muere sin siquiera haberse enterado de lo que le sucedió. En vez de activarse los mecanismos de defensa se activan inútilmente los de adaptación, pues el sistema nervioso no ha podido interpretar adecuadamente las señales de peligro.

Muy similar es lo que está ocurriendo en la sociedad boliviana. Ya el agua se acerca al punto de ebullición, pero cada grado que aumenta la temperatura sigue siendo percibido como algo tan irrelevante que no motiva al salto salvador.

El papel de ese sistema nervioso confundido y adormecido lo cumplen las élites políticas de la oposición. Quienes tendrían que activar los mecanismos de defensa son, paradójicamente, quienes proponen esperar a que el agua se enfríe; que pase la “sensación térmica” para que, bajo su conducción, todo vuelva a su estado normal. Sin su labor adormecedora, sería más probable una oportuna reacción.

sábado, 20 de junio de 2009

La expansión de los cocales

Estamos ante una lacra que SE expande a un ritmo que supera el seis por ciento anual que indican las frías estadísticas

Según la última versión del informe que anualmente presenta la Oficina de la Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), la extensión de los cultivos de coca en nuestro país se ha incrementado en un 6 por ciento durante el último año, cifra que podría ser aún mayor si se considera que el cálculo finalizó en septiembre del año pasado.

El dato en sí mismo no es novedoso, pues es por todos conocida la tendencia al permanente incremento de los cultivos de hoja de coca en territorio nacional, la que no hizo más que acentuarse desde que el instrumento político creado por los productores de coca se hizo cargo de la conducción del país.

No por conocido, sin embargo, el dato deja de ser alarmante. Es que como las mismas organizaciones de productores de coca lo reconocen, más del 60 por ciento de la extensión actual corresponde a cultivos ilegales, cultivos cuyo producto no está destinado al consumo tradicional de la hoja de coca. Eso significa, simple y llanamente, que es una producción que se destina a la creciente producción de cocaína.

Ese dato, que tampoco puede sorprender a nadie, adquiere sin embargo especial significación si se lo ve a la luz de una gran cantidad de noticias que casi diariamente revelan las características, esas sí novedosas, que durante los últimos tiempos ha adquirido la transformación de coca en pasta base de cocaína. Es que si algo se ha “democratizado” en el “nuevo Estado Plurinacional de Bolivia”, es la elaboración de droga.

La “hoja sagrada”, ahora amparada por la nueva Constitución Política del Estado, en su condición de materia prima de la cocaína, ha salido de las selvas del subtrópico cochabambino para ser procesada en modernas fábricas que ya no requieren de las viejas pozas de maceración, y por lo tanto pueden ser instaladas en cualquier lugar. Gracias a la asimilación de nuevas tecnologías, el circuito coca – cocaína ha adquirido una nueva dimensión que va más allá de los datos cuantitativos.

Los efectos nocivos de tal fenómeno son por demás evidentes. No sólo porque ya no son sólo los hijos de los cocaleros los que están sometidos a los riesgos del fácil dinero mal habido, lo que los hace fácil presa de los vicios que ligados al submundo de las drogas. Los ríos y los terrenos antes dedicados al cultivo están siendo también contaminados a una escala nunca antes vista.

Más allá de las frías cifras, estamos ante una lacra que está expandiéndose a un ritmo que supera el seis por ciento anual que indican las estadísticas. Una calamidad que está destrozando las bases de la estructura económica y social de gruesos sectores de la población que hasta ahora se mantuvieron fuera del alcance de tan maligno fenómeno. Una expansión que se produce bajo la aureola de la “hoja sagrada” y las “milenarias tradiciones”.

viernes, 19 de junio de 2009

Padrón biométrico y transparencia

Los sistemas informáticos son sólo herramientas y los resultados que arroje su aplicación dependen de las intenciones de los operadores

Con la adjudicación a la empresa Nipon Electric Company (NEC), sociedad argentino-japonesa, del suministro del equipo biométrico, la solución informática, la capacitación y el soporte técnico para el empadronamiento de las casi cuatro millones de personas habilitadas para participar en las próximas elecciones generales, se ha superado uno de los últimos escollos que se interponían en el camino que debe conducir a las elecciones de diciembre próximo.

Se ha ingresado así a una nueva fase en la que la parte más pesada de la enorme tarea pendiente recaerá sobre las Cortes Departamentales Electorales. Ellas tendrán que avanzar contra el tiempo por un terreno desconocido, pues la tarea que se le ha encomendado no tiene antecedentes en su ya vasta experiencia acumulada en la organización de procesos electorales.

Por lo que se ha informado, las cortes electorales contratarán a más de diez mil personas eventuales para que participen en el registro de la ciudadanía. Ese personal tendrá que ser sometido a intensos entrenamientos, pues no será nada fácil la tarea que les será encomendada.

Para llevar a término su misión, las cortes electorales tendrán que hallar la forma de motivar a la gente para que se registre sin esperar los últimos días, como es habitual. Es tan enorme la cantidad de gente que deberá empadronarse que sólo si se imprime un ritmo sostenido desde el primer hasta el último día será posible cumplir el objetivo.

En el hipotético caso de que pese a las previsibles dificultades que se encontrarán en lo que queda del camino sean superadas con éxito, y que el objetivo de construir un nuevo padrón biométrico sea alcanzado, se habrá sin duda dado un enorme paso hacia la modernización de nuestro sistema electoral.

No debe perderse de vista, sin embargo, que por modernos y eficientes que sean ese los recursos técnicos empleados para empadronar a la ciudadanía seguirá siendo siempre el factor humano el principal. Las máquinas y los sistemas informáticos son sólo herramientas y los resultados que arroje su aplicación dependen de las intenciones de los operadores.

Por ello, la transparencia y confiabilidad del próximo proceso electoral sigue dependiendo, como antes, de la capacidad que tengan las organizaciones políticas de la oposición de supervisar todo el proceso. Tener delegados que supervisen la marcha del mismo, y una organización capaz de tener presencia en cada mesa a lo largo y ancho del territorio nacional, sigue siendo su obligación principal.

Mientras los partidos políticos no sean capaces de ejercer su derecho y cumplir su obligación de hacerse presentes con sus representantes en todo el territorio nacional durante todo el proceso, para supervisar desde el registro hasta la emisión y cómputo de los votos, de nada habrá valido todo el esfuerzo que se está haciendo para construir un costoso padrón biométrico.

jueves, 18 de junio de 2009

Pando, laboratorio del “nuevo estado”

En Pando se ponen a prueba y perfeccionan muchos de los pilares del “Nuevo Estado” que ya está en vías de construcción


Un amplio reportaje publicado el pasado domingo por un matutino colega de La Paz, da cuenta de la magnitud de un plan que está siendo ejecutado por el Movimiento al Socialismo para hacer del Departamento Pando un enclave bajo el control absoluto de esa organización política.

Para tal efecto, según el informe que comentamos, trabajan mancomunadamente diversas instancias gubernamentales, la Prefectura de cuyo control se hizo el MAS tras la defenestración del democráticamente prefecto elegido, y la alcaldía de Cobija así como las de otros municipios ya copados por el partido oficialista.

Muchas instituciones del Estado están involucradas en el proyecto, pero el rol principal está reservado para las Fuerzas Armadas que han desplazado a un gran número de sus efectivos a lo largo y ancho de ese Departamento. Pero no son sólo las FF.AA. bolivianas. Junto a los militares bolivianos están decenas de oficiales de la Fuerza Armada Venezolana, quienes constituyen el Comando Binacional Amazònico.

Entre las muchas tareas a las que se dedican los integrantes del Comando Binacional está la intensa labor de adoctrinamiento. Los fundamentos doctrinales del “socialismo del Siglo XXI” son asiduamente impartidos entre todos los habitantes de la región, pero especialmente entre los jóvenes a quienes se prepara intensamente para futuras batallas ideológicas.

Simultáneamente, se promueven masivos flujos migratorios principalmente desde comunidades altiplánicas y del trópico cochabambino; de zonas en las que la hegemonía masista es absoluta desde hace ya mucho tiempo. Son miles de parejas y familias jóvenes, a las que se les otorgan tierras y medios de producción bajo la estricta tutela de diversas instancias del aparato estatal.

Como se sabe, hace ya varios años que muchos de los esfuerzos del gobierno central están dirigidos a ampliar su influencia en esa región del país que por sus características geográficas y demográficas resulta un punto estratégico cuyo control tiene enorme importancia no sólo desde el punto de vista electoral sino económico, político y militar. Pero tales afanes adquirieron especial ímpetu después del 11 de septiembre de 2008, cuando el gobierno se anotó uno de sus más importantes triunfos en su intensa lucha contra la oposición cívico regional.

A partir de entonces, Pando ha pasado a ser una especie de laboratorio de ensayo donde se ponen a prueba los más diversos procedimientos para “colonizar” una región originalmente hostil al masismo y su proyecto político. Es fácil suponer que a medida que tales métodos vayan siendo perfeccionados por la práctica, serán luego reproducidos en otras zonas que por ahora no son tan fácilmente sometidas a las reglas del “Nuevo Estado”, el que no se conforma con el gobierno, el que aspira al “Poder Total”.

miércoles, 17 de junio de 2009

Los “escandaletes” de cada día

Pequeños alborotos que van pasando sin dejar huella, pero impiden que los temas realmente importantes reciban la atención que merecen


Uno de los muchos síntomas a través de los que se manifiesta el avanzado estado de descomposición en el que están las principales instituciones de nuestro país, incluidas las empresas estatales, es que ya nada es motivo de escándalo. A lo más que llegan las noticias que cotidianamente dan cuenta del avance del mal es a provocar efímeros “escandaletes”.

Los “escandaletes” son pequeños alborotos ocasionados por los excesos en que suelen incurrir las figuras del mundo del espectáculo, de la farándula o de la política. Se trata por lo general de asuntos poco relevantes, pero atractivos desde el punto de vista del “marketing” informativo. Por eso suelen ocupar grandes titulares, pero pasan al olvido con la misma facilidad con que de un día a otro adquieren gran notoriedad.

Es también característica de los “escandaletes” tener su origen en el afán con que las estrellas de la farándula, o quienes aspiran a serlo, buscan atraer sobre sí mismas las luces y las miradas de la gente incauta de cuya veneración se alimentan mientras les dura su efímera fama, fortuna o poder.

Como se ve, el término “escandalete” es el que mejor se ajusta a la mayor parte de los temas que periódicamente se van sucediendo en la agenda informativa nacional. Pequeños alborotos que van pasando sin dejar huella, pero que a su paso impiden que los temas realmente importantes reciban la atención que merecen.

El más reciente ejemplo de lo dicho es el que se refiere a la “nacionalización” de Transredes. Gran “revelación” que nada aportó a lo que ya era ampliamente conocido, aunque haya pasado desapercibido, pero contribuyó a que sigamos acostumbrándonos a un estado de cosas que por lo común ya va siendo visto como normal.

Que a estas alturas de la historia del “proceso de cambio” sea a través de mal fingidos arranques de patriotismo, honestidad y perspicacia que diriman sus pugnas internas los diversos clanes que se disputan a dentelladas los despojos de YPFB y sus subsidiarias, no es algo que deba sorprender. Lo raro sería que ante tantos millones de dólares disponibles, los representantes del gobierno “indígena originario campesino” actúen de otro modo.

Pero tan penoso como lo anterior es que los representantes de la oposición parlamentaria, entre quienes casualmente superabundan los expertos en temas hidrocarburíferos, se declaren tan sorprendidos como cualquier neófito ciudadano cada que sele un nuevo detalle de la tan aplaudida “nacionalización”. Lo que cabía esperar era que sean ellos los que fiscalicen el proceso, y no que se limiten a hacer alardes de mojigatería cada que se pone en evidencia la facilidad con que es burlada su vigilancia.

Así, pasado el nuevo “escandalete”, lo único real que quedará será una pandilla de ganadores, y otra de perdedores, en la disputa por el control de la planilla de sueldos de una de las empresas “nacionalizadas”.

martes, 16 de junio de 2009

El fin de la república

La facilidad con que el MAS logró despojar a Bolivia de su condición de República es una muestra de lo lejos que va el proceso


Cuando tras el fracaso de la Asamblea Constituyente, las bancadas parlamentarias del MAS y Podemos se asociaron para cometer una de las mayores aberraciones de que se tenga memoria en la historia contemporánea de Bolivia, al atribuirse la tarea de redactar en “mesas clandestinas” el nuevo texto constitucional, lo hicieron dejando tantos cabos sueltos que serán muchos los años, si no décadas, que habrá que esperar antes de que se despejen los efectos negativos de tanto desmán.

Uno de los más elocuentes ejemplos de lo dicho es el referido a la nueva denominación de lo que era la República de Bolivia, hoy “Estado Plurinacional de Bolivia”. Como si se tratara de un detalle irrelevante, el asunto pasó poco menos que desapercibido hasta que el gobierno aprobó el Decreto Supremo 048 mediante el que pone en vigencia lo que manda la nueva Constitución.

Como se recordará, entre los argumentos que en su momento esgrimieron los parlamentarios de Podemos para justificar su aprobación al nuevo texto constitucional figuraba el relativo al uso del término “República”. Muy orgullosos, como parte de la “campaña pedagógica” que desarrollaron para “hacernos entender” las virtudes del texto consensuado, explicaron que habían logrado que esa palabra aparezca –una sola vez— en solo uno de los artículos. Una mención irrelevante que en nada modificó el hecho de fondo, que consiste en que los ideólogos del MAS lograron evitar que aparezca en el artículo correspondiente a la caracterización del “Nuevo Estado Plurinacional”.

En su momento, el asunto no mereció mayor atención. Pero ahora, cuando el gobierno ha decidido pasar de las declaraciones líricas a los hechos, recién se alzan los primeros gritos al cielo. Tarde, como suelen ser todas las reacciones de quienes atrincherados en la candidez subestiman la firmeza con que el MAS se propone ejecutar su proyecto de destrucción de la institucionalidad republicana.

Ahora, cuando ya estamos ante un hecho prácticamente consumado, las principales críticas se dirigen a los aspectos más pedestres del asunto. Como el relativo al costo económico que tendrá el entierro de la República de Bolivia en la papelería oficial.

Por supuesto no se trata de minimizar ese aspecto del problema pues no son nada despreciables los montos de dinero que serán despilfarrados para tal efecto. Pero mucho más grave es el impacto político e ideológico que se esconde tras tan aparentemente inocente medida.

Es que al despojar a nuestro país de su condición de República en los documentos oficiales, ya no queda nada que nos ate a lo que desde el punto de vista de los ideólogos del MAS es un detestable resabio del “colonialismo occidental”: las instituciones republicanas. Queda despejado el camino para la destrucción de las mismas se consume sin que haya argumento capaz de evitar tan enorme salto hacia la barbarie.

lunes, 15 de junio de 2009

La multiplicaciòn de los bonos

Menos visible, pero no por eso menos importante, es el impacto cultural que la proliferación de bonos trae consigo

Dos nuevos bonos recientemente creados por el gobierno para beneficiar a otros tantos sectores de la población --los beneméritos de la guerra del Chaco y los funcionarios públicos-- han dado nuevo vigor a una ya muy antigua polémica acerca de las virtudes o defectos de esa forma de distribuir el dinero, tanto desde el punto de vista económico como del político.

El asunto no es nada nuevo pues tiene sus orígenes en la otorgación del Bonosol, hace ya doce años, durante la primera gestión de Gonzalo Sánchez de Lozada. Como se recordará, tal medida fue objeto de las más severas críticas inspiradas en la racionalidad económica, unas, y en los mezquinos cálculos electorales, otras. Pero lo que en los hechos se impuso fue la conveniencia de los circunstanciales gobernantes. Ninguno de los más feroces críticos del Bonosol tuvo el valor de eliminarlo y a lo más que se atrevieron sus detractores fue a cambiarle de nombre.

Fue así que el Bonosol sobrevivió a más de una gestión gubernamental sin sufrir más que uno que otro retoque cosmético. Los más profundos cambios se hicieron en el nombre, pues cada gobierno quiso imprimirle su propio sello. Fue una de las muchas formas como se manifestó la pequeñez de quienes tuvieron en sus manos durante esos años los destinos del país.

Con esos antecedentes, no resultó sorprendente que el gobierno del MAS hiciera lo mismo que todos sus antecesores y el Bonosol pase a ser uno de los pilares de su política social sólo que, cómo no, con el nombre una vez más cambiado, esta vez por el de “Renta Dignidad”. Hasta ahí, nada nuevo.

Pero el tema de los bonos dejó de ser sólo una forma de dar continuidad a una de las medidas “estrella” del MNR, cuando el rebautizado Bonosol no sólo que sobrevivió al ser adoptado con mucho entusiasmo por los nuevos gobernantes sino que comenzó a reproducirse sin medida ni concierto. Los bonos Juancito Pinto para los niños, Juana Azurduy de Padilla para las madres gestantes, otro para los beneméritos de la Guerra del Chaco y uno más para los funcionarios públicos, han reabierto una polémica que no por antigua es menos pertinente.

Como es fácil constatar, el asunto trasciende con mucho lo estrictamente económico, aunque sea éste el principal aspecto del problema. Los efectos políticos de una tan densa red de hilos que hacen a ancianos, niños, jóvenes, mujeres y empleados públicos directamente dependientes de la dádiva gubernamental no son menores. Y menos visible, pero no por eso menos importante, está el impacto cultural, el que se produce en la mentalidad no sólo de los directamente beneficiados, sino de quienes los rodean. Una mentalidad que se caracteriza por la pasiva extensión de la mano pedigüeña. La mendicidad elevada a la categoría de política de Estado.

domingo, 14 de junio de 2009

Interpretaciones simplistas de la realidad

La oposición boliviana y el gobierno peruano coinciden al buscar explicaciones simplistas a fenómenos cuya complejidad ignoran

Como no podía ser de otro modo, dado el contexto en que se produjo, el mensaje que el Presidente Evo Morales envió hace un par de semanas a la cuarta “Cumbre Continental de Pueblos Indígenas”, en el que los instó a "asumir su destino como pueblos" para que "todos sepan que (…) de la resistencia pasamos a la rebelión y de la rebelión a la revolución”, ha dado lugar a una ola de noticias, análisis y comentarios que han relegado a un plano muy secundario a todos los demás temas.

Al asunto se dedicaron los principales espacios de los medios de comunicación; fue motivo de los más sesudos análisis y las más audaces especulaciones, con lo que quedó demostrado, una vez más, cuán fácilmente la atención colectiva puede ser llevada de un tema a otro. Seguramente, dentro de unos pocos días ya nadie se acordará del asunto, por lo menos no en Bolivia, pues otra “revelación” dará lugar a nuevos devaneos noticiosos.

Pero tan notable como la facilidad como los más diversos temas entran y salen de la agenda informativa, es la ligereza con que son tratados mientras gozan de su efímera actualidad. En el caso que nos ocupa, resulta penoso el simplismo con que se buscan explicaciones a lo que se considera una “torpeza” presidencial. El “mal asesoramiento”, el “desconocimiento de la historia” son, entre otras similares, las principales causas a las que se atribuye la manera como Evo Morales conduce sus relaciones con Perú y sus organizaciones indígenas y populares.

El origen de tal manera de interpretar los hechos está en la persistencia con que se subestima la magnitud, la seriedad y la proyección del proyecto político encabezado por Evo Morales. Como se lo menosprecia, se intenta banalizar sus actos despojándolos de todo atisbo de seriedad, como si no fueran más que una sucesión de errores.

Diametralmente opuesta, pero no por eso menos alejada de la realidad, está la interpretación que de los últimos hechos ocurridos en la amazonia peruana hacen importantes dirigentes políticos de ese país. Según ellos, Evo Morales, a través de su carta, fue el autor de una insurrección protagonizada por inocentes nativos manipulados por el Presidente boliviano y sus agentes infiltrados.

Como es fácil constatar, tanto una como otra interpretación, pese a lo distantes que están en las apariencias, tienen un elemento en común: tienen como punto de partida una visión simplista de la realidad, de los factores económicos, políticos y sociales que dan lugar a fenómenos como el poder del MAS, en Bolivia, o la insurrección de los indígenas, en Perú.

Mientras quienes pretenden contrarrestarlos, desde la oposición en el caso boliviano, o desde el gobierno, en el peruano, se esmeren en subestimar a tan vigorosos movimientos políticos, es poco probable que logren algún éxito.

sábado, 13 de junio de 2009

Efectos políticos del cambio climático

Lo que está ocurriendo en Perú es un buen ejemplo de lo que puede ser una de las principales fuentes de conflicto de los próximos años


Hace algunos días, el Foro Humanitario Internacional (GHI, por sus siglas en inglés) dio a conocer en Londres un informe sobre los efectos que el cambio climático global tiene sobre la vida cotidiana de gran parte de la humanidad. Destaca el hecho de que quienes más lo sufren son quienes menos tienen que ver con las causas que lo producen. Y viceversa.

Entre los datos más elocuentes que se citan en el informe, se destaca el relativo a la cantidad de muertes que está ocasionando ya el cambio climático a través de hambrunas, enfermedades y desastres naturales. Se calcula que las alteraciones ecológicas son causa directa o indirecta de 315 mil muertes. Según algunas previsiones, al ritmo actual de deterioro ambiental, dentro de 10 años será el 10 por ciento de la población terrestre la que enfrentará grandes dificultades para sobrevivir.

Tan impactantes como los fríos números son los rasgos cualitativos de los sectores más afectados, así como de los que con más facilidad eluden los efectos negativos del cambio climático. Es que la relación entre el grado de responsabilidad en el deterioro medioambiental y el padecimiento de sus consecuencias es inversamente proporcional. Es decir, quienes más contaminan son los menos afectados, y quienes más armoniosamente viven con la naturaleza, sus principales víctimas.

Según los datos del informe que comentamos, eso se refleja en el hecho de que los 50 países más pobres del mundo sólo han generado el 1% de las emisiones de dióxido de carbono, principal determinante del deterioro atmosférico. Se trata de regiones que soportan los daños de las inundaciones o sequías, de la elevación del nivel del mar o del avance del proceso de desertificación, entre otras calamidades.

Exactamente la misma injusta distribución de responsabilidades y perjuicios se reproduce a escala de cada país. Quienes menos se benefician con los resultados de la sobreexplotación del medio ambiente son quienes más directamente sufren las consecuencias de la deforestación, la contaminación de las aguas y las alteraciones que sufre el ciclo agrícola a raíz de los cambios en el régimen de lluvias.

Como no es difícil imaginar, tal estado de cosas lleva consigo el germen de gravísimos problemas económicos, sociales y políticos, que tarde o temprano dejarán su estado latente para manifestarse con todo su potencial explosivo.

Lo que está ocurriendo estos días en Perú, donde es precisamente la confrontación de dos visiones mutuamente excluyentes sobre la manera de actuar frente a los recursos naturales, es un buen ejemplo de lo que puede dejar de ser un episodio aislado para ser una de las principales fuentes de conflicto de los próximos años.

Es tan serio el asunto, que lo menos que puede hacerse es recurrir a cómodas simplificaciones.

viernes, 12 de junio de 2009

Medio ambiente: tarea de todos

El cambio hacia una concepción ecológica del desarrollo debe empezar en todos y cada uno de los ciudadanos

Son complejas y tensas las relaciones que se plantean entre la naturaleza y las sociedades modernas. En Latinoamérica estas relaciones resultan aún más contradictorias por la dispersión de las políticas gubernamentales y las diversas actitudes de la comunidad frente a una paulatina depauperación del medioambiente.

En efecto, si sus habitantes originarios --aquellos a los que peyorativamente se denomina salvajes-- encontraron modos de desarrollar sus actividades en armonía con su entorno, no ha ocurrido lo mismo con las economías modernas que, en una visión unilateral de las cosas, sólo han concebido a la naturaleza como generadora de riquezas que, una vez explotadas, no vale la pena recuperar ni preservar.

Esa era también, hasta hace poco, una actitud tácita de los gobiernos; pero una vez que empezaron a avizorarse los peligros que acarrea la depredación del medioambiente (contaminación de las fuentes de agua, aniquilamiento de valiosas especies forestales y animales, cambios climáticos y una degradación general del entorno) cambiaron sus políticas y, en alguna medida, su modo de ponderar el valor de la naturaleza.

Pero hay que decir que ello no se tradujo en acciones específicas ni mucho menos coherentes. Mientras la contaminación y el smog movilizan a millones de personas en urbes como México D.F. o Santiago de Chile --casi al par que los movimientos ecologistas de Europa-- hay habitantes de otras zonas alejadas del mundanal ruido que no se inmutan cuando se les habla de los riesgos ecológicos. Para ellos, este es un problema cuya solución puede ser diferida indefinidamente.

Semejante actitud puede ser explicada porque, en Latinoamérica, la destrucción del medio ambiente no es uniforme y, aunque estuvo, y aún está, estrechamente asociada a la introducción de tecnologías ajenas a su tradición cultural, no ha generado todavía el daño suficiente -no ha quemado la casa, se podría decir simbólicamente- como para causar inquietud.

Bolivia, mientras tanto, está en riesgo de perder más de la mitad de su riqueza forestal en el plazo de ocho años. Los motivos son varios: el intenso chaqueo a fuego de amplias áreas de terreno virgen, la tala indiscriminada de valiosas especies forestales, una agricultura precaria que sobrevive en terrenos cada vez más empobrecidos y otras actividades erosivas, naturales y humanas, que contribuyen a esta desertización paulatina.

No es posible, sin embargo, solicitar un cambio de actitud a pueblos que libran diariamente una dura batalla por sobrevivir en condiciones adversas allí donde la leña es todavía la única fuente de energía, sin identificar a los grandes depredadores.



El cambio hacia una concepción ecológica del desarrollo debe empezar en todos y cada uno de los ciudadanos.

jueves, 11 de junio de 2009

Fundamentalismo ecológico

Todo parece indicar que el gobierno boliviano se propone asumir una posición de vanguardia para promover el fundamentalismo ambiental


Según revela un amplio informe publicado en este matutino en días pasados, Bolivia está a punto de perder un millonario mercado de bonos de compensación ecológica establecidos en el Protocolo de Kyoto (“bonos de carbono”) suscrito en 1999, que implicaban para el país un ingreso de 300 a 400 millones de dólares anuales, como una forma de compensación por proyectos ambientales financiados por países altamente industrializados. Unos 30 proyectos, muchos impulsados por poblaciones indígenas, esperaban beneficiarse con estos recursos.

De acuerdo a las versiones gubernamentales, la intención de dar la espalda a los acuerdos originados en Kyoto estaría motivada en la convicción expresada por el Presidente Morales en sentido de no permitir que “hasta el cambio climático sea convertido en mercancía”. Se trata de una posición que rompe todos los esquemas hasta ahora adoptados, y pone a Bolivia a la vanguardia de lo que muchos consideran un fundamentalismo ecológico muy poco viable en términos prácticos, pero muy cotizado en el mercado de las ideas contestatarias al “establishement” capitalista y moderno.

El asunto, aparentemente poco relacionado con los múltiples conflictos que cotidianamente ocupan la atención colectiva, es en realidad uno de los más importantes del mundo actual. El cambio climático ocupa un primerísimo lugar en la agenda de preocupaciones de la sociedad contemporánea y son muchos los debates que sobre el ya arrecian de cara a la cumbre mundial que tendrá lugar en Copenhague en octubre próximo.

La posición que Bolivia adopte en ese encuentro será de máxima importancia. Por una parte, porque el nuestro es uno de los países con mayor diversidad ecológica lo que lo hace especialmente apetecible tanto para las grandes empresas interesadas en la explotación comercial de bosques, flora y fauna, como para las organizaciones ecologistas que ya son un enorme factor de poder a escala planetaria.

Pero también muchos ojos estarán puestos sobre lo que digan nuestros representantes porque el gobierno boliviano es visto en los poderosos círculos ecologistas, indigenistas, anticapitalistas y antimodernos como un modelo a seguir. Si Bolivia opta por la radicalidad, no faltarán quienes se alineen en esa dirección, lo que sin duda tendría hondos efectos económicos, políticos y sociales en el continente y en el mundo entero.

La importancia que el discurso ecologista tiene en la ofensiva desencadenada por indígenas amazónicos en Perú contra las actividades productivas en esa región es sólo un ejemplo de lo que eso puede significar.

Así pues, la posibilidad de que la cumbre de Copenhague se convierta en una palestra para que desde la que se promueva un giro hacia posiciones radicales es algo que debe comenzar a ser tema debate en nuestro país.

miércoles, 10 de junio de 2009

Conflictos en el frente externo

Las tensas relaciones con tres de nuestros vecinos hacen temer que el escenario diplomático se llevará buena parte de la atención colectiva

Como no podía ser de otro modo, dados los antecedentes del caso, las relaciones diplomáticas ente nuestro país y Perú han llegado a un punto muy cercano a la ruptura y todo hace prever que la tendencia del proceso que conduce al distanciamiento entre ambos países no ha hecho más que comenzar.

Los enfrentamientos ocurridos en país vecino hace algunos días que eran plenamente previsibles en vista de la firme decisión con que las organizaciones indígenas iniciaron una ofensiva contra una serie de disposiciones legales que las consideran contrarias a sus intereses. Lo hicieron en términos tan radicales que cerraron toda posibilidad de una solución negociada del conflicto, lo que puso en evidencia el afán de poner al gobierno de Alan García en una situación tan crítica que se ha puesto en riesgo su estabilidad.

Fue en ese contexto que Evo Morales hizo llegar una carta a las organizaciones indígenas peruanas instándolas a llevar su lucha al terreno de los enfrentamientos, para pasar “de la resistencia a la rebelión”, primero, y “de la rebelión a la revolución”, después. Que tal mensaje haya sido difundido precisamente cuando el conflicto ingresaba a su fase más álgida, ha sido interpretada por el gobierno peruano como un inadmisible acto de injerencia.

De manera casi simultánea, otro frente de conflictos se abrió en las relaciones con Paraguay a raíz de la incursión irregular en territorio paraguayo de fuerzas policiales bolivianas fuertemente armadas. Como ya es habitual, la primera reacción gubernamental consistió en negar tal extremo, pero las evidencias lo obligaron a reconocer que la gravísima contravención a normas internacionales sí se produjo.

A ello se suma la decisión del gobierno de Brasil de dar asilo a más de una centena de ciudadanos pandinos que están siendo perseguidos. La decisión del gobierno boliviano de rechazar tal decisión ha abierto otro factor de discordia, con lo que son tres de nuestros cinco vecinos los que enfrentan dificultades en sus relaciones con el nuestro.

Paradójicamente, en medio de tan conflictivo panorama, hay una gran excepción: las relaciones con Chile, que han alcanzado un nivel de armonía que no guarda relación alguna con la magnitud de los problemas que tenemos pendientes con ese país. Nunca antes un gobierno boliviano había actuado con tanta benevolencia a pesar de que nada se ha avanzado en la solución del tema marítimo.

Por lo que se ve, el frente externo será durante los próximos meses uno de los que más atención demande, lo que no parece incomodar a un gobierno que, tanto en el frente interno como en el externo, suele sacar buenos réditos de todo lo que lleve la marca del conflicto.

martes, 9 de junio de 2009

Los maestros y los “sabios indígenas”

Si hay algo claro en lo que a educación se refiere, es que se están dando grandes pasos en el sentido opuesto al que conduce a un mejor porvenir

Hace unos días, el 6 de junio, se conmemoró el día del maestro boliviano. La fecha, que es una de las que mejor se presta a la las elucubraciones demagógicas, fue motivo de muchos discursos relativos a la importancia que la educación tiene en la formación de los ciudadanos del futuro, los que heredarán la tarea de construir un país mejor.

Como todos los años, las autoridades del área se explayaron sobre la necesidad de introducir radicales cambios en el sistema educativo boliviano. Se habló mucho sobre los objetivos de la nueva reforma que ya tiene tres años de gestación, pero muy poco se dijo sobre los resultados hasta ahora obtenidos pues éstos ponen en evidencia lo mal encaminado que está el asunto.

El tema no es nada nuevo. Como se sabe, ya antes de la fundación de la República fue motivo de grandes debates. Desde que Simón Rodríguez llegó a esta parte del mundo con la convicción de que sólo una buena educación haría posible la construcción de una sociedad mejor, ha sido motivo de infinidad de reflexiones, propuestas, muchas reformas y otras tantas contrarreformas.

Ahora, casi doscientos años después, el balance que se puede hacer sobre es el más desolador de los posibles. La educación sigue siendo una de las más elocuentes muestras de nuestro fracaso colectivo y no hay nada que permita alentar la esperanza en la posibilidad de que deje de ser así.

Muy por el contrario, lo hecho durante los últimos tres años da motivos para temer que estamos más lejos que nunca de resolver el asunto de modo que se encienda una luz de esperanza en el futuro. La nueva reforma promovida por el gobierno es una aberración pedagógica que espanta a los que saben algo sobre el tema educativo, quienes ven con impotencia cómo se avanza a grandes pasos en el sentido opuesto al que conduce hacia un mejor porvenir.

Como se recordará, hace ya tres años, el año 2006, el Congreso Nacional de la Educación anunció que la Reforma Educativa, un proceso en el que se habían invertido más de diez años y decenas de millones de dólares, quedaba sin efecto. Para sustituirlo, el gobierno presentó el proyecto de ley "Elizardo Pérez y Avelino Siñani", con el que se iniciaría el proceso de “descolonización”. Se recurrió a la inspiración de los “achachilas” y los “sabios indígenas”, con resultados que hacen dudar de la idoneidad de los mismos.

El único fruto palpable es la decisión de expulsar de Bolivia al grupo editorial Santillana, identificado como principal instrumento de la “colonización”. Mientras tanto, los “sabios indígenas”, a espaldas de los maestros, siguen buscando la fórmula para contrarrestar perniciosas influencias foráneas, como el teorema de Pitágoras, por ejemplo. Penosa forma de rendir homenaje a los maestros en su día.

lunes, 8 de junio de 2009

Excesivo proteccionismo laboral

Las disposiciones adoptadas por el gobierno darán resultados diametralmente opuestos a los intereses de los trabajadores

La última versión del “Informe Nacional de Coyuntura” que periódicamente publica la Fundación Milenio, dedica su atención a los efectos se pueden esperar de los cinco decretos promulgados por gobierno central el pasado primero de mayo, en homenaje al día del trabajo.

Según el minucioso análisis hecho por el equipo de expertos que elaboró el estudio, hay muchas razones para temer que son serán más los efectos negativos que los positivos que tales disposiciones tendrán sobre el mercado laboral boliviano.

Entre los efectos que se prevé tendrá la aplicación de los decretos en la práctica, se destaca el encarecimiento del costo de mano de obra por contratos de tercerización y el aumento del costo de contratación de mano de obra, lo que puede derivar en un aumento de la actividad informal.

Por otra parte, se calcula que se producirá un incremento del capital de trabajo previsto por efectos de la provisión a corto plazo para pago de beneficios sociales, además de que las empresas deberán incurrir en gastos adicionales para la adquisición de equipos de protección de industria nacional, aunque ya cuenten con stock de estos bienes importados.

En cuanto a las restricciones que se imponen a la terciarización de servicios, se prevé que esto ocasionará una pérdida de la eficiencia de la especialización, debido a que es menos atractivo tercearizar procesos. Un efecto previsible es que muchas pequeñas empresas dedicadas a prestar estos servicios estarán condenadas a salir del mercado y lo mismo ocurrirá con personal individual contratado a tiempo parcial para realizar trabajos para terceros, como es el caso de los consultores externos por producto, profesionales libres y empleados en ventas que trabajan sin relación laboral.

La exacerbación de los derechos de los trabajadores por sobre los deberes laborales, que es otra de las características de los decretos promulgados, desalentará a los empresarios a realizar nuevas inversiones que conduzcan a la creación de nuevas fuentes de trabajo.

En síntesis, todo conduce a temer que las disposiciones adoptadas por el gobierno darán resultados diametralmente opuestos a los que cabría esperar de las buenas intenciones que los inspiran. Es que como la experiencia propia y ajena lo enseña, el excesivo proteccionismo del trabajador ocasiona un desincentivo a la contratación y, por lo tanto, deriva en una pérdida oportunidades de empleo para los trabajadores.

Si se considera que uno de los mayores problemas de nuestro país es el muy alto nivel de desempleo, resulta evidente que por sus efectos a corto y a largo plazo, estas medidas sólo agravarán el mal que se pretende resolver.



08/06/09

domingo, 7 de junio de 2009

Una falsa disyuntiva

Mientras no haya una oposición políticamente organizada no habrá padrón, por perfecto que éste sea, que garantice la transparencia


Un mes y medio después de haberse aprobado la Ley Electoral que tendría que regir las elecciones de diciembre próximo, y cuando el tiempo ya corre aceleradamente en contra del cronograma electoral, la incertidumbre ha vuelto a apoderarse del escenario político nacional, lo que en gran medida se debe a que se da por cierta una disyuntiva tan falsa como peligrosa.

Nos referimos a la supuesta necesidad de elegir entre ir a las urnas con el antiguo y cuestionado padrón electoral o hacerlo con uno nuevo, el biométrico. Se da por hecho que el primero es sinónimo de fraude y el segundo de transparencia. Y que uno haría inevitable un triunfo del MAS y el otro posibilitaría el éxito de alguna de las múltiples fracciones en que está dividida la oposición.

Esa es una falsa disyuntiva porque de lo que en realidad se trata es de conservar o perder una institucionalidad democrática que garantice los derechos de todos quienes participen en ella. Y eso es algo que depende de muchos factores, entre los que el padrón no es el más importante ni mucho menos.

Como nuestra propia experiencia lo demuestra, el actual padrón bien manejado y debidamente depurado y supervisado, puede reunir ampliamente las condiciones de transparencia y fiabilidad que se requieren. Que eso ocurra o no sólo depende de la eficiencia con que se controle el uso que de él se haga. Por el contrario, hay también abundantes ejemplos, como el venezolano, que indican que un padrón biométrico no es en sí mismo garantía de nada.

Un padrón biométrico mal administrado y no supervisado puede ser incluso más peligroso que el tradicional. Si cae en malas manos, puede ser un formidable instrumento al servicio del fraude pues a través de él se pueden activar mecanismos de manipulación informática cuyo control requeriría habilidades y recursos mucho mayores que los que hacen falta para depurar, supervisar y sanear el actualmente existente.

La diferencia entre unas elecciones confiables y unas que no lo sean no depende de la tecnología que se utilice sino de la capacidad que tengan los partidos políticos, y la ciudadanía en general, de ejercer su derecho y cumplir su obligación de participar activamente en la supervisión del proceso.

En un país en el que en los hechos ya está vigente un régimen monopartidista, en el que no existe una oposición organizada capaz de hacerle frente a la organización oficialista, en el que impunemente se prohíbe la actividad opositora en gran parte del territorio, en el que la coerción posibilita votaciones casi unánimes, resulta fútil, por decir lo menos, hacer del padrón electoral el meollo del problema.

Mientras no haya una oposición capaz de asumir un rol activo en el control y supervisión del proceso no habrá padrón, por perfecto que éste sea, que garantice la preservación de la democracia.

sábado, 6 de junio de 2009

El reinicio de la historia

Veinte años después de que se creyó haber llegado al “fin de la Historia”, asistimos a la inauguración de un nuevo capítulo

En un artículo publicado en estas páginas con el título “Derribando el muro” el columnista Michael Mayer el pasado jueves nos recordaba que por estas fechas se produjo casi simultáneamente una serie de acontecimientos que cambiaron el mundo. Se refería al desenlace sangriento de las protestas de la Plaza Tiananmen, la muerte del clérigo revolucionario de Irán, el ayatollah Ruhollah Khomeini, y las elecciones polacas en las que se impuso Solidaridad.Ahora, veinte años después, estamos asistiendo a acontecimientos cuya importancia es, por lo menos, tan grande como los señalados por Meyer. China se ha consolidad como una potencia económica de primer orden y uno de los regímenes más represivos del planeta; Irán, como todos los países del mundo islámico, no menos represivos que el chino, ha adquirido un rol protagónico que ya no puede ser soslayado; una nueva ola de regímenes de izquierda avanza en América Latina, y el capitalismo se enfrenta a la mayor crisis de la historia cuyo epicentro está en Wall Street.

Cada uno de esos hechos, visto aisladamente, es suficiente para ser considerado un hito en la historia contemporánea. Si se los ve en conjunto, su importancia es aún mayor pues dan cuenta de un fenómeno que marca el fin de una época y el inicio de otra.

La facilidad con que el régimen del Partido Comunista Chino logró que el vigésimo aniversario de la atroz matanza de Tiananmen pase poco menos que desapercibido ante la indiferencia y complicidad del “mundo libre” que no se inmuta ante la impunidad con que en ese país se violan los más elementales derechos humanos, es un muy elocuente signo de los tiempos que corren.

El drástico viraje de la política exterior estadounidense en sus relaciones con el mundo islámico es igualmente significativo. La ola de nacionalizaciones con que EE.UU. intenta conjurar el desmoronamiento de sus bases económicas, con lo que se ha puesto en manos del Estado los principales pilares de su sector financiero e industrial, no son datos menos relevantes.

En lo que a América Latina se refiere, la decisión adoptada por la OEA de levantar el veto que pesaba sobre el régimen cubano ha sentado las bases para que se legitimen regímenes como el venezolano o el boliviano que se encaminan hacia modelos políticos que hace sólo unos años parecían inconcebibles.

Esos acontecimientos, entre muchos otros, contrastan de manera rotunda con la hipótesis según la cual hace veinte años habíamos asistido al “Fin de la Historia” con el triunfo del liberalismo. En los hechos, la democracia liberal no se ha expandido, sino que está en franco retroceso a escala planetaria y el liberalismo económico ha cedido su lugar a una fuerte ola de estatizaciones.

Se puede pues afirmar que lejos del fin de la historia, estamos asistiendo al inicio de una nueva.

viernes, 5 de junio de 2009

La ofensiva de Morales contra Perú

Las relaciones entre Bolivia y Perú se acercan a un punto cuya gravedad supera las más pesimistas previsiones


Desde hace ya mucho tiempo, y con una crudeza que se ha intensificado notablemente durante los últimos días, el Presidente Evo Morales ha desencadenado una feroz ofensiva verbal contra su homólogo peruano, Alan García, lo que ha desatado un conflicto diplomático que se con cada día que pasa se agrava hasta adquirir dimensiones temibles.

Inicialmente, con cierta benevolencia, la ola de ataques fue atribuida al carácter lenguaraz del mandatario boliviano quien nunca se destacó por la prudencia cuando de hacer declaraciones públicas se trata. Sin embargo, vistas con más detenimiento las cosas, se hallan razones para temer que el asunto es mucho más grave y que esa actitud beligerante tiene motivaciones y objetivos más serios de lo que se quisiera creer.

Como se recordará, no fue con el ascenso de Alan García que se inició la andanada de agravios contra Perú y sus mandatarios. Prácticamente desde el día que asumió la presidencia, Morales dedicó provocadoras frases al entonces Presidente peruano Alejandro Toledo, mientras no escatimaba elogios al entonces candidato Ollanta Humala.

La derrota que el pueblo peruano infligió en las urnas a Humala, el representante en Perú del proyecto de “Socialismo del Siglo XXI”, fue sufrida por Morales como un agravio personal. Pero más aún, fue un muy duro golpe para el proyecto político continental encabezado por Hugo Chávez. A partir de entonces, revertir esa derrota adquirió el carácter de prioridad en la geopolítica chavista, y Evo Morales, por lo que se ve, asumió el rol de instrumento ejecutor del plan.

Ese contexto, al que se deben sumar los éxitos que cosecha la política económica e internacional del gobierno de Alan García, los que contrastan con los fracasos de Venezuela y Bolivia, es el que explica la persistencia con que Morales destila su furia mientras alienta sin disimulo a las organizaciones políticas y sindicales, pero sobre todo a las indígenas que se oponen al gobierno peruano.

El mensaje que Morales envió recientemente a la “Cumbre Continental de Pueblos Indígenas” que se realizó en la frontera con Bolivia, en el que instó a sus participantes a construir la "segunda y definitiva independencia" de América, a "asumir su destino como pueblos" para que "todos sepan que (…) de la resistencia pasamos a la rebelión y de la rebelión a la revolución”, lo dice todo.

Si se considera, además, que durante los últimos días se ha iniciado en el vecino país una ofensiva de indígenas amazónicos que se proponen cortar el suministro eléctrico a las principales ciudades peruanas, lo que amenaza con desencadenar enfrentamientos, se tiene un cuadro completo de la gravedad del contexto en que se produce una tensión diplomática que, al paso que vamos, puede tener gravísimas consecuencias para ambos países.

jueves, 4 de junio de 2009

Cuentas pendientes con la historia

El afán con que el gobierno quiere ayudar a olvidar a las víctimas de las dictaduras es un mal presagio sobre lo que nos depara el porvenir


“La historia es como un profeta con la mirada vuelta hacia atrás, mirando lo que fue, nos anuncia lo que será”. Esa sabia frase, de cuya validez da abundantes testimonios la experiencia acumulada por toda la humanidad, adquiere especial importancia en tiempos como los que vivimos, cuando el peso de acontecimientos de los que fueron protagonistas quienes nos precedieron se hace sentir con todo vigor en nuestro presente.

Durante los últimos días hemos sido testigos de dos elocuentes muestras de lo dicho. Una de ellas la dieron las dificultades que aún tenemos para reconciliarnos con cuanto ocurrió hace doscientos años al iniciarse el proceso que condujo a la constitución de la República de Bolivia, cuya existencia ha sido puesta en duda por el actual régimen. Otra, es la demanda de parientes de las víctimas de las dictaduras militares que asolaron nuestro país, quienes exigen la apertura de los archivos mantenidos hasta ahora en el secreto en los sótanos del Ministerio de Gobierno y de la Sección II de las Fuerzas Armadas.

Como nos lo recuerdan quienes perdieron a sus seres queridos, ese espantoso capítulo de nuestra historia ha dejado tantas heridas abiertas que no puede ser cerrado, y mucho menos borrado de la memoria colectiva, si antes no se hace justicia con la memoria los muertos y desaparecidos.

A esa razón, por sí misma suficiente para que el tema merezca ser asumido como uno de plena actualidad, se suma la inminente posibilidad de que los factores que dieron lugar a tanta atrocidad se reproduzcan en nuestro país. La creciente frecuencia con que se violan impunemente los más elementales derechos humanos, y la reaparición de organizaciones y doctrinas que conciben la acción política como una guerra cuyo objetivo es la eliminación física de los adversarios, son algunos de los hechos que hacen temer que no estamos lejos de recaer en las peores experiencias de nuestra historia por no haber sabido asimilar sus amargas lecciones.

La actitud gubernamental ante la demanda de las víctimas de las dictaduras militares, que consistió en negar la existencia de archivos en el Departamento II de las FF.AA. que permitan hacer justicia con la memoria de las víctimas, primero y en negar su apertura pública, después, es otra muestra de lo vivo que está el espíritu que animó a quienes recurrieron a los más viles métodos para eliminar a sus oponentes.

Para evitar que esos episodios de nuestra historia se repitan, es urgente revitalizar en la conciencia colectiva el respeto a los valores básicos inherentes a la convivencia civilizada. El restablecimiento de la causa de los derechos humanos como algo que por su valor intrínseco está por encima de las conveniencias coyunturales de quienes gobiernan, es algo que no admite concesiones.

miércoles, 3 de junio de 2009

Hacia un régimen de partido único

La candidez de los aspirantes a candidatos es el complemento perfecto de un proyecto político que se encamina hacia su consumación


Entre las muchas características del proceso político que está en plena ejecución en nuestro país desde hace algo más de tres años, hay dos que se destacan por ser las que marcan el ritmo y la profundidad con que éste se desarrolla. Una de ellas es la eficiencia con que el Movimiento al Socialismo avanza hacia la consumación de su proyecto, a pesar de sus muchos traspiés. La segunda, la inexistencia de una oposición política capaz de hacerle frente.

Entre las muchas muestras de la firmeza con que el MAS avanza hacia el logro de sus objetivos hay una que se destaca. Es la consolidación de su control sobre gran parte del territorio nacional donde ya ha dejado de regir el Estado de Derecho. La “republiqueta cuya capital es Achacachi”, que es como el Vicepresidente de la ex República de Bolivia, hoy “Estado Plurinacional” define esa vasta región geográfica que es el altiplano paceño, es la máxima expresión de lo dicho.

Se trata de un territorio en el que ya está plenamente vigente un régimen totalitario, donde nadie puede ejercer sus derechos ciudadanos sin ser sometido a los más brutales métodos represivos legitimados bajo el rótulo de “justicia comunitaria”.

Tan evidente es esa realidad que durante los últimos actos electorales en esa región se ensayó con pleno éxito lo que ya es un sistema monopartidista. Votaciones cercanas al cien por ciento a favor de la consigna oficialista, que más que a un fraude electoral son atribuibles a la eficiente aplicación de la coerción del “nuevo Estado”, así lo demuestran.

Para reforzar, consolidar y expandir ese modelo de organización política ya están movilizadas a lo largo y ancho del país las estructuras orgánicas del MAS y de los “movimientos sociales” que actúan como su brazo operativo. La decisión anunciada por los dirigentes de la provincia Aroma de no permitir el ingreso a “su territorio” a candidatos que no pertenezcan al MAS es sólo una muestra más, pero no la única. En el trópico cochabambino, en muchas provincias vallunas e incluso en vastas regiones del oriente boliviano está ya en plena ejecución el mismo plan.

Tal proceso, desgraciadamente, es facilitado por la inexistencia de una oposición que esté a la altura de las circunstancias. La existente, dispersa, fragmentada, desorientada, sin líderes, ni organización ni ideas claras, que todavía cree ingenuamente que la calidad del padrón electoral es el mayor de los problemas, es el complemento perfecto para la total destrucción de nuestra democracia.

La candidez con que los aspirantes a candidatos se regocijan con la ilusión de que sus imaginarias cualidades personales serán suficientes para derrotar en las urnas a la fórmula oficialista, lo dice todo.

martes, 2 de junio de 2009

Lo que es bueno para GM…

Si “lo que es bueno para GM es bueno para EE.UU.” habrá que suponer que no será la última empresa en ser nacionalizada


… es bueno para Estados Unidos”. Esa frase, que quedó registrada por la historia como una de las más emblemáticas de la cultura estadounidense, ha adquirido durante las últimas horas un significado muy diferente al que originalmente la inspiró, pero no por ello menos elocuente. Es que la quiebra de la General Motors, por lo mucho que esa empresa representó, trasciende los límites de lo estrictamente económico para constituirse en todo un símbolo del fin de una era y el inicio de otra.

La frase fue pronunciada en 1953 cuando el entonces presidente de GM, Charles Erwin Wilson, fue nombrado por Eisenhower Secretario de Defensa. Algún miembro del comité del Senado que tenía que avalar el nombramiento preguntó si sus vínculos empresariales no podrían dar lugar a un conflicto de intereses. Fue tan contundente la respuesta de Wilson y tanta la verdad que parecía contener, que nadie la puso en duda.

Ahora, más de cincuenta años después, y a sólo un año de que la GM haya cumplido su primer siglo de existencia, la empresa ha sido declarada en quiebra y, eufemismos aparte, nacionalizada, por lo que no dejará de existir. El Estado se hará cargo de lo que queda de ella, un pasivo de nada menos que 172.810 millones de dólares, para lo que el Departamento del Tesoro aportará 30.000 millones de dólares –además de los 20.000 que ya aportó-- para tener 72,5% de las acciones, mientras que los sindicatos se quedarán con 17,5%. El resto quedará en manos de sus acreedores, la mayor parte de los cuales son personas particulares que invirtieron sus ahorros previsionales.

Como es fácil deducir, las consecuencias económicas de la quiebra de la otrora mayor empresa estadounidense y por consiguiente del mundo son enormes. Pero serán por lo menos temporalmente atenuadas mediante lo que en los hechos es una nacionalización. Una nacionalización de las pérdidas.

Y es ahí donde el asunto deja de ser simplemente económico para adquirir un muy hondo significado político e ideológico cuyas consecuencias no son por ahora fácilmente previsibles. Es que la estatización de la empresa más emblemática del capitalismo supone una verdadera revolución de la cultura económica con la que se identificaron durante más de cien años no sólo los estadounidenses sino quienes depositaron su fe en la superioridad de un paradigma diametralmente opuesto al estatismo en cualquiera de sus formas.

A partir de hoy, la GM y el Citigroup, otro ícono del capitalismo, que en los hechos también fue nacionalizado, dejarán de figurar en el índice Dow Jones. Será el Estado, como principal accionista, junto con los sindicatos, el que a través de los impuestos de los contribuyentes se haga cargo “de la nueva era que se inicia”. ¿Seguirá siendo cierto que “lo que es bueno para GM es bueno para EE.UU.?

lunes, 1 de junio de 2009

Irán, Israel y el uranio boliviano

Resulta ridículo el afán con que el gobierno pretende negar la realidad y hacer creer que Irán sólo quiere instalar procesadoras de lácteos

Hace siete meses, el 25 de octubre de 2008, en este espacio editorial, bajo el título “El litio y el uranio en el futuro nacional”, decíamos que “absorbidos como estamos por los entuertos de la política cotidiana, poco tiempo nos queda para ver más allá de nuestro limitado horizonte geográfico y coyuntural, aunque no por eso deja de ser importante el contexto económico y político internacional que influirá en nuestro futuro seguramente más que todo lo que hagamos, pensemos y digamos desde nuestro enclaustramiento mental”.

Nos referíamos, como indicaba el título, a la existencia en el territorio nacional de ricos yacimientos de litio y uranio, dos minerales cuya importancia en el mundo actual es tan grande que de ningún modo podrían pasar desapercibidos. “Muchos ojos del exterior están puestos sobre Bolivia y no sólo por el exótico espectáculo que dan nuestras disputas internas sino, y principalmente, porque independientemente de ellas hay una realidad que importa mucho a quienes se ocupan de rediseñar el futuro del planeta”.

Al abordar el tema del uranio decíamos que la trascendencia de éste es aún mayor que la del litio “pues en éste se involucran factores extra económicos, como los geopolíticos por su potencial uso bélico”. “Se sabe por fuentes externas, pues el tema es tratado con gran cautela por autoridades y técnicos del gobierno, que ya están en marcha negociaciones con empresas y países para explotar ese mineral radiactivo”, afirmábamos.

Sosteníamos, además, que tanto en el caso del litio como del uranio “las investigaciones, negociaciones y concesiones se realizan a espaldas del país, situación favorecida porque la atención general está concentrada en temas más pedestres. Grave error el que estamos cometiendo pues estos temas y la manera como se los encare serán sin duda más relevantes para el futuro nacional que las piruetas político-leguleyescas de cada día”.

En más de una ocasión nos hemos referido también a lo peligrosos que son los vínculos que nuestro país ha entablado con Irán. “Tenemos suficientes razones para no ver con desdén el rumbo que va tomando la política exterior de nuestro país. Por el contrario, hay motivos para temer que Bolivia se encamina a jugar un papel de alto riesgo en un muy complejo escenario internacional”, dijimos.

La revelación hecha durante los últimos días por los servicios de inteligencia israelíes, y inverosímil desmentido gubernamental, han confirmado lo que decíamos. Los ojos del mundo están sobre el uranio boliviano y resulta ridícula, por decir lo menos, la manera como el gobierno se empeña en hacer creer que tras la presencia iraní en nuestro país está el inocente propósito de construir plantas procesadoras de lácteos.