lunes, 29 de junio de 2009

Latinoamérica entre tres caminos

Cada uno de los muchos actos electorales que se realizarán durante los próximos meses será parte de un proceso de alineamiento de fuerzas

Toda América Latina, desde México en el norte hasta Argentina en el sur, está ingresando a una especie de encrucijada en la que cada uno de los países, a su turno, tendrá que elegir entre uno de los caminos que se le abren hacia el porvenir.

Cada país, como es obvio, afronta el desafío en diferentes circunstancias dictadas por su propia historia, sus errores y aciertos del pasado, su idiosincrasia y múltiples factores que le dan a cada uno un sello particular. Sin embargo, más allá de las diferencias formales, en líneas generales todos se enfrentan a un reto similar por lo que los elementos de juicio que deberán tomarse en cuenta a tiempo de elegir el camino a seguir son también muy parecidos.

Por ahora, son tres las posibilidades que se tienen al frente. En un extremo, la elegida y encabezada por Venezuela bajo la conducción de Hugo Chávez y la inspiración de la Cuba socialista. Una segunda opción es la que tiene en Brasil y a Lula da Silva como su principal exponente. Y finalmente, la ía por la que han optado Colombia y Perú.

El primer bloque, cuyos principales exponentes son Venezuela y Cuba tiene su máxima expresión en la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA - TCP). Bolivia, Ecuador, Nicaragua, algunas pequeñas islas caribeñas, y hasta ayer Honduras –cuyo futuro es incierto--, son sus integrantes,

El segundo camino, además de Brasil, tiene entre sus seguidores a Uruguay y, sorprendentemente, a El Salvador ahora gobernado por el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. La opción hasta ahora escogida por este grupo es la de un socialismo democrático y sobre todo, pragmático.

Finalmente, Colombia y Perú se presentan como dos ejemplos paradigmáticos de una opción franca y abiertamente comprometida con el “neoliberalismo” y los ingredientes conservadores que lo suelen acompañar.

Además de los casos mencionados, hay otros cuya clasificación no es fácil. México, por ejemplo, que pese a su enorme peso económico ha perdido toda relevancia continental desde el punto de vista político en gran medida porque desde años se mantiene en una especie de limbo. Caso parecido al de Argentina, que desde años no sale de un extravío que la condena a jugar un papel cada vez más marginal en el escenario económico y político continental.

Chile, finalmente, es el país que se sale de toda clasificación posible en el contexto latinoamericano por una sola razón: es el primer país de la región que ha cruzado una línea más allá de la cual los problemas se parecen más a los que agobian al “Primer Mundo” que a los “subdesarrollados” del planeta.

En ese contexto, cada uno de los muchos actos electorales que se realizarán a lo largo y ancho de Latinoamérica durante los próximos meses deberá ser visto como parte de un proceso de alineamiento de fuerzas.

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