domingo, 28 de junio de 2009

Lecciones de una oposiciòn indeseable

Nada ha desacreditado tanto a la oposición venezolana como ciertos individuos y organizaciones de una indeseable ultraderecha medieval

Hace unos días, en una publicación digital venezolana, al reflexionar sobre situación política de su país, un simple ciudadano proponía algunas preguntas con el fin de salir de lo que denominó un “autoengaño” colectivo que tiene atrapado a su país.

Proponía, como primer punto, afrontar una pregunta simple: “¿Por qué la mayoría de los venezolanos apoya a Hugo Chávez y a su proyecto político?” Y como lo que propone es buscar la verdad y no sumarse a quienes se empeñan en negarla, empieza por rechazar las idea según la cual el tal apoyo al chavismo no existe, que es sólo un espejismo fruto del fraude, la manipulación, el cohecho o cualquier otra cosa menos sincera identificación de una buena parte del pueblo venezolano con lo que dice y hace su caudillo.

Como segundo paso, recomienda indagar sobre los orígenes de ese apoyo. Y al hacerlo, identifica dos principales: uno, el atractivo que de por sí tienen por muchas razones ligadas con la historia latinoamericana los discursos populistas, antiimperialistas, anticapitalistas. Averiguar porqué eso ocurre es un desafío que corresponde asumir a los intelectuales.

Un segundo factor que explicaría el éxito del chavismo es la antipatía, aversión incluso, que en gruesos sectores de la ciudadanía provocan los dirigentes que desde hace diez años aspiran a erigirse en cabezas de la oposición. Es el caso de los aspirantes a caudillos, o el de “señoritos” que desprecian la política y creen poder sustituirla con campañas de “marketing electoral”. Son los que en su momento creyeron que la mejor manera de contrarrestar la primera postulación de Chávez era oponiéndole a Irene Sáez, una ex miss Venezuela. Y hoy siguen pensando igual, con similares resultados.

Pero según las reflexiones que comentamos, nada ha desacreditado tanto a la oposición venezolana como ciertos individuos y organizaciones de una derecha ultraconservadora que parece salida de las páginas de la historia medieval. Una ultraderecha que añora los tiempos en los que el secuestro, la desaparición de personas y la tortura eran los métodos más empleados para enfrentar a los agentes del “comunismo internacional”. El temor de que esas corrientes lleguen a prevalecer en las filas de la oposición ha sido una de las causas para que los sectores más sensatos de la ciudadanía venezolana se nieguen a participar en la actividad política.

Es eso tan cierto que los líderes de esas organizaciones, cuya propuesta de futuro tiene su principal referente en la Edad Media, nunca han logrado siquiera el uno por ciento de los votos en elecciones venezolanas, pero han causado enormes estragos en el prestigio de las organizaciones con las que se relacionaron, la Iglesia católica incluida, lo que las hizo presa fácil de las campañas oficialistas. Es de esperar que en Bolivia no se siga por el mismo camino.

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