martes, 17 de noviembre de 2009

La hora crucial para la oposición

Han surgido algunas propuestas para desbaratar el actual escenario y dar un giro capaz de modificar el curso de los acontecimientos. Que uno de los dos principales candidatos de la oposición decline sus aspiraciones es la principal de ellas

Como si el desasosiego y desaliento que ya hacen estragos en el ánimo de las filas de la oposición no hubieran sido ya suficientes, los resultados de la última encuesta realizada por Equipos Mori para la red Usted Elige han tenido el efecto de un sismo entre los estrategas de las dos principales fórmulas que se enfrentan a la oficialista.

Y no es porque hayan sido sorprendentes. ya había muy abundantes motivos, además de todas las encuestas anteriormente publicadas, para suponer que el MAS se encamina hacia un contundente triunfo y la oposición a una más de las muchas derrotas que ha venido acumulando durante los últimos años.

Se ha llegado a tal punto, que ya nadie se atreve a poner en duda la reelección de Evo Morales y Álvaro García Linera. Lo que está en juego ya es sólo la remota posibilidad de que la oposición pueda jugar un papel que no sea el de un simple elemento decorativo de la “Asamblea Legislativa Plurinacional”.

Y eso no es poco, pues de que el MAS logre o no los dos tercios a que aspira depende no sólo el ritmo, sino la intensidad con que la “revolución democrática y cultural” continúe avanzando. Si logra su objetivo, una tras otra serán aprobadas las decenas de leyes que ya han sido elaboradas por su batallón de abogados. Y otras decisiones, para las que los dos tercios son imprescindibles, podrían ser tomadas con toda facilidad.

Los candidatos opositores tienen pues sobre sus espaldas una muy grande responsabilidad. Tanto, que es inadmisible que continúen haciendo de sus ambiciones personales, sus frustraciones y resentimientos, su guía principal.

Lo menos que se puede esperar de ellos, a esta altura del proceso, es que se sometan a unas muy severas sesiones de reflexión y autocrítica. Ellos, y sus principales asesores y allegados, tienen ante nuestro país y su futuro un deber que cumplir. Y si no se ponen a la altura del reto se habrán ganado un lugar destacado entre las páginas más vergonzosas de la historia contemporánea de nuestro país.

Si hay algo que a estas alturas ha quedado claro es que ninguno de los candidatos opositores, por sí solo, está a la altura del momento histórico del que les ha tocado ser protagonistas. No tienen la talla suficiente para constituirse en una opción política viable. Tan obvia realidad los obliga a actuar en consecuencia con humildad y desprendimiento.

Es ya tan escaso el tiempo que queda para el 6 de diciembre que no son muchas las posibilidades de que se produzca un cambio en las tendencias. A pesar de ello, han surgido durante las últimas horas algunas propuestas para desbaratar el actual escenario y dar un giro capaz de modificar el curso de los acontecimientos. Que uno de los dos principales candidatos de la oposición decline sus aspiraciones, de modo que su potencial caudal electoral se concentre en una sola corriente, es la principal de ellas.

La idea no es nueva pero adquiere nuevo impulso ante las urgencias impuestas por las circunstancias. Todo indica que es la única oportunidad que les queda a los representantes de las dos corrientes de la oposición de hacer algo digno de ser valorado.

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