jueves, 19 de noviembre de 2009

Los insólitos programas de gobierno

Tan sorprendente como la superabundancia de disparates que se ofrecen bajo el rótulo de “programa de gobierno” es la inversamente proporcional escasez de ideas dignas de consideración

Con ese título, uno de los columnistas de este matutino comentaba en esta misma página, en nuestra edición de ayer, la que es una de las más notables características del actual proceso electoral: la ligereza con que los candidatos se han lanzado a una competencia que parece consistir en quién dice los mayores disparates.

“Ser candidato a la presidencia o, para el efecto, formar parte de cualquier formula ganadora o de las otras, da el derecho de decir incongruencias, pleonasmos, ofrecer lo inalcanzable, creer que los problemas de la economía del país son parte de un juego de simple y surrealista imaginación. ¡Sea candidato y tiene la prerrogativa de decir necedades, sandeces y alguna que otra ocurrencia graciosa!”, decía el autor, y no le faltaba razón.

El tema ha sido abordado también por muchos otros columnistas en similares términos. Todos azorados por la completa falta de escrúpulos con que algunos de los aspirantes a la presidencia se han dado a la tarea de mofarse de la inteligencia del pueblo cuyo apoyo quisieran conseguir.

Ejemplos abundan. Hacer una recopilación de tanta joya que se encuentra “en el pajar de la actual política eleccionaria”, sería por eso tarea muy ardua. Con razón, otro articulista recomendó en días pasados que antes de que su prestigio termine de desmoronarse, algunos candidatos tendrían que rodearse de un buen equipo de asesores que los ayuden a evitar los papelones que suelen hacer.

Todo lo dicho vale no sólo para algunos candidatos a la presidencia, sino también para los que los acompañan en las listas de aspirantes a diputados y senadores. Entre estos últimos, hay casos que ya no provocan sonrisas burlonas sino indignación. Sólo pueden interpretarse como un insulto a la ciudadanía, pues si creen que alguien tomará en serio sus propuestas debe ser porque suponen que se dirigen a un público de imbéciles.

Pero tan sorprendente como la superabundancia de disparates que se ofrecen bajo el rótulo de “programa de gobierno” es la inversamente proporcional escasez de ideas dignas de consideración. Es como si asuntos como la debacle del sector hidrocarburífero, el fracaso del proyecto del Mutún, la opacidad con que se negocia el litio del salar de Uyuni, sólo por poner algunos ejemplos, no existieran.

Algunos candidatos a asambleístas tampoco parecen haberse enterado de que una de las primeras tareas que tendrán que asumir es modificar la Constitución Política del Estado, pues ni sus más fanáticos defensores se atreven a negar la urgente necesidad de hacer muchos e importantes cambios. Pero los candidatos soslayan el tema como si de lo más irrelevante del mundo se tratara.

Algo similar puede decirse sobre otro problema de primera magnitud, como es el incremento del narcotráfico y sus secuelas, que tampoco parece merecer más que críticas a la actual gestión gubernamental, pero de propuestas serias, nada. A no ser que se considere seria la idea de destinar parte de los recursos económicos del país a subvencionar el acullico de coca.

No hay comentarios: