Esta fecha es todo un símbolo de la unidad nacional cuyo embrión fue la alianza de los mestizos, indígenas y criollos que siguieron a Esteban Arze
En medio de una polarización política e ideológica cuyas batallas se han extendido hasta las primeras páginas de la historia de nuestro país, hoy los cochabambinos conmemoramos el 199 aniversario de la sublevación que el 14 de septiembre de 1810 encabezó Esteban Arze en apoyo al proceso que se inició un año antes, el 25 de mayo de 1809 en Sucre, primero, y el 16 de julio del mismo año en La Paz, después.
A diferencia de los actos con que se conmemoraron esas dos fechas, así como los del 6 de agosto, en los que se manifestó el conflicto de visiones sobre el pasado, presente y futuro que nos tiene divididos a los bolivianos, el 14 de septiembre es recordado con un ánimo diferente. Y no sólo porque todavía no se trata del bicentenario, sino porque hoy, como hace casi doscientos años, Cochabamba es más un punto de encuentro que de separación.
Por su ubicación geográfica, Cochabamba fue siempre un centro de actividad económica tan ligada a La Paz como a Charcas, hoy Sucre, al norte como al sur, al occidente como al oriente del territorio nacional. Fue y es un punto de paso y de encuentro no sólo de flujos comerciales, sino también de ideas, de sentimientos, de identidades étnicas, políticas y culturales.
También contribuyó mucho a su rol integrador su composición social, pues aquí ni la población indígena ni las élites criollas tuvieron tanta importancia como en otros centros urbanos de la Audiencia de Charcas, primero, y de Bolivia, después. Por eso, Cochabamba fue siempre un núcleo articulador de nuestra abigarrada sociedad, el hilo conductor de un tejido multiforme y multicolor.
Tales características se reflejaron en las sublevaciones de 1809, así como la que en 1730 encabezó Alejo Calatayud. Mestizos, criollos e indígenas, sin grandes intereses, odios ni resentimientos que los distancien, pudieron unirse alrededor de una causa común más armoniosamente que en otras latitudes.
Casi doscientos años después de la irrupción cochabambina en las luchas por la independencia, tales características se mantienen plenamente vigentes. Cochabamba sigue siendo la bisagra a través de la que se unen las diferentes zonas geográficas de nuestro país y también donde se atenúan las pugnas políticas e ideológicas. Por eso, ni el indigenismo radical ni el conservadurismo retrógrado encuentran aquí tierra fértil para echar raíces, lo que entre otras cosas impide que la recordación de nuestra historia sea un motivo de desencuentros.
Recordar, reforzar y enriquecer esas características que nos llegan desde los orígenes de nuestra historia es el mayor reto que tenemos los cochabambinos de hoy. Ya que las efemérides de otros departamentos han sido motivo de enconos, es de esperar que dentro de un año, cuando nos toque celebrar el bicentenario, hagamos del 14 de septiembre todo un símbolo de la unidad nacional cuyo embrión fue la alianza de los mestizos, indígenas y criollos que siguieron el liderazgo de Esteban Arze.
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