martes, 1 de septiembre de 2009

El MAS y el padrón biométrico


Ante la ausencia de una oposición seria, el oficialismo ya no necesita distraerse en acciones que podrían empañar la legitimidad de su triunfo

Uno de los últimos escollos que se hallaban en el camino que conduce a las elecciones del 6 de diciembre próximo, ha sido felizmente superado gracias a la encomiable eficiencia con que el Órgano Electoral viene cumpliendo la titánica tarea que se le dio. Fueron tan contundentes los datos presentados al presidente Morales y a su equipo de más estrechos colaboradores sobre el buen avance del empadronamiento biométrico, que el MAS decidió deponer su amenaza de aplicar un “padrón mixto”.


Era previsible que el oficialismo asuma tal actitud, pues sus estrategas deben haber comprendido que el costo político de mantener vigente un padrón sobre el que con razón o sin ella penden demasiadas dudas y suspicacias habría sido mucho mayor que los beneficios. Es tan grande la ventaja que tienen los candidatos del MAS sobre sus rivales de la oposición, que no tenía ningún sentido tender una sombra de duda sobre la legitimidad de una victoria que ya se avizora holgada ante la ausencia de un rival digno de consideración.

Es también posible suponer que la presión externa, expresada a través de gobiernos, organismos internacionales y fundaciones privadas, como el Centro Carter, hizo su parte. Difícilmente se habrían prestado a avalar una causa tan desprestigiada como es la vigencia del antiguo padrón electoral, lo que dio una razón adicional para que el oficialismo opte por no abrir un nuevo frente de batalla, en condiciones adversas, cuando tiene tantos en los que sí lleva todas las de ganar.
A esos factores que jugaron a favor del padrón biométrico se suma sin duda la ineptitud de una oposición que no pone en ningún riesgo la previsible victoria oficialista. Tal como se presenta el escenario político, el MAS no sólo ganará holgadamente las elecciones de diciembre; tendrá además una amplia mayoría en las dos cámaras de la Asamblea Legislativa Plurinacional, lo que hace superfluo un plan de acción originalmente concebido para otro escenario.

Algo similar puede decirse de otro recurso que el oficialismo concibió para afrontar una batalla electoral que hace algunos meses no parecía tan fácil. El trasvase de votos de un departamento a otro, mediante las migraciones de militantes del MAS a Pando, respondía a la suposición de que en ese departamento se disputaría palmo a palmo, voto a voto, cada una de las senadurías y diputaciones y que cada una de ellas sería decisiva llegado el momento de hacer el balance final. Al no tener rival al frente, el oficialismo puede ahora prescindir de tan descarado truco y concentrar sus fuerzas en acciones menos engorrosas y más rentables.

El primer efecto de la facilidad con que la oposición le deja al MAS despejado el camino que conduce a su consolidación en el poder es, pues, paradójicamente, positiva. Es que el oficialismo ya no necesita distraerse en acciones que debiliten aún más la salud de nuestro sistema democrático.

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