Lo único que puede contrarrestar los factores que confabulan contra el empadronamiento, es la participación activa de la ciudadanía
En medio de una enorme expectativa ciudadana, temores sobre la posibilidad de que en el camino se presenten más dificultades que las que sería de desear, y de una notable falta de compromiso de los principales protagonistas de la actividad política nacional, el pasado sábado se ha iniciado en todo el país el empadronamiento biométrico.
La expectativa se explica por las muchas esperanzas que se han depositado en que este nuevo sistema devuelva a los procesos electorales que se realicen de ahora en adelante la transparencia imprescindible para que las disputas políticas se resuelvan a través de las urnas sin que la voluntad de la ciudadanía sea distorsionada por prácticas fraudulentas. Hay plena consciencia de que del éxito con que se construya el nuevo padrón depende en gran medida la salud de la democracia, razón más que suficiente para que la marcha del proceso sea seguida con máximo interés.
El temor, por su parte, está motivado en las múltiples adversidades que el Órgano Electoral tendrá que vencer para llevar a buen término la tarea que se le ha encomendado. El poco tiempo disponible, que evidentemente es mucho más escaso del que haría falta, es uno de los principales obstáculos. Un sinfín de dificultades técnicas, algunas de las cuales ya se manifestaron durante los primeros días, hacen también temer por el éxito del nuevo sistema.
La tercera característica de proceso que se ha iniciado, finalmente, es tal vez la más importante. Es que por diferentes motivos, ni el oficialismo ni las diversas fracciones en que está dividida la oposición han dado hasta ahora suficientes muestras de compromiso con el empadronamiento biométrico.
Los motivos del oficialismo para esa manera de actuar son bien conocidos. Es que, más allá de las declaraciones de buenas intenciones, sobre cuya sinceridad hay buenos motivos para dudar, en los hechos todo parece indicar que lo que se desea en filas gubernamentales es que el empadronamiento biométrico fracase.
Los motivos del desinterés de la oposición son muy diferentes, pero no menos criticables. Atomizada como está, sin organización ni liderazgo, no está en condiciones de asumir la obligación que tiene de acompañar y supervisar la labor del Órgano Electoral. El hecho de que ni una sola de las organizaciones políticas legalmente habilitadas para participar en el proceso haya nombrado delegados oficiales, lo dice todo.
Hay también motivos para sospechar que algunos de los aspirantes a candidatos desean, en su fuero interno, que el empadronamiento no concluya en el tiempo previsto.
Felizmente, todos los factores mencionados pueden ser contrarrestados y superados por la voluntad de la ciudadanía. En la medida en que la gente acuda a inscribirse oportuna y ordenadamente, disminuirán los riesgos que se ciernen sobre el naciente padrón biométrico.
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