Ya que aquí no hay quién se haga cargo del asunto, tal vez podamos enterarnos a través de Alan García de los enjuagues que se hacen en nuestro nombre
Hace ya casi un mes, el 1 de agosto recién pasado, en este espacio editorial, bajo el título “Inadmisibles negociaciones secretas”, nos referimos a la incomprensible manera cómo el gobierno de Evo Morales decidió acelerar la aprobación de un acuerdo sobre las aguas del Silala con Chile. Afirmábamos que el caso daba suficientes motivos para sospechar que tras la aparente ingenuidad gubernamental, algo se estaba ocultando.
“Resulta tan sorprendente la tozudez con que la Cancillería se empeña en firmar un acuerdo con Chile, que no es posible comprenderla si sólo se recurre a los elementos de juicio disponibles. Sólo cabe suponer que la única explicación posible se encuentra en los documentos secretos suscritos con el gobierno de Michelle Bachelet. Unos acuerdos que el Gobierno se niega a hacer públicos y los oculta incluso a los parlamentarios de la bancada oficialista”, afirmábamos.
Más adelante, sosteníamos: “Hay suficientes motivos para temer que lo que se esconde tras las negociaciones con Chile es algo mucho más serio que lo relativo a las aguas del Silala. Se puede afirmar, por consiguiente, que lo que se está ocultando al país es todo un conjunto de acuerdos que bajo el rótulo de “top secret” están siendo negociados entre las cancillerías de ambos países”.
“…Es un secreto que el régimen masista está dispuesto a mantener a toda costa, lo que de ningún modo puede ni debe ser admitido por lo mucho que está en juego”, insistíamos.
Y al cuestionar la indolencia con que la mayor parte de las organizaciones cívicas y políticas del país dejaban pasar el asunto, sugeríamos que alguien tome la iniciativa para “exigir que se levante el secreto y que cualquier negociación se realice de cara al país”. “Y ya que no se puede contar con una oposición política capaz de asumir la tarea, tendrán que ser las organizaciones de la sociedad civil (…) las que eviten que el Gobierno se salga con la suya”, afirmábamos.
Con esos antecedentes, no podemos dejar de lamentar que haya tenido que ser un factor externo, en este caso las declaraciones del presidente de Perú, Alan García, el que sacuda la conciencia colectiva con suficiente fuerza para que al asunto se le dé la atención que merece. Vergüenza debiera darnos a todos los bolivianos, pero sobre todo a los que gobiernan y a los que tan inmerecidamente se disputan el papel de líderes de la oposición, que asuntos tan importantes tengan que ser ventilados en el exterior antes que entre nosotros.
Es de esperar, por eso, que Alan García tenga suerte en sus afanes por develar los acuerdos que tienen a Evo Morales tan condescendiente con su colega Bachelet. Tal vez así podamos, los bolivianos, enterarnos de los enjuagues que se hacen en nuestro nombre.
¿Un Plan Cóndor chavista? (Stanislav Sousek Gumucio)
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