La presencia de Lula da Silva fue aprovechada para elevar al rango de institución fundamental del Estado “Plurinacional” a la “Policía Sindical”
Abundantes y de lo más diversas han sido las repercusiones que en el escenario político nacional ha tenido la reciente visita del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Y como en muchos otros casos, los aspectos menos relevantes del asunto son los que más atención han merecido.
El franco y abierto respaldo de Lula al gobierno de Evo Morales, y no muy indirectamente a su candidatura de cara a las elecciones de diciembre, ha sido el aspecto más destacado en lo que a efectos políticos se refiere. Se trata de un espaldarazo que sin duda ha dejado pálidos de envidia y susto a los candidatos opositores.
En lo económico, las muchas dudas que ya existen sobre la transparencia con que se realizó el contrato para la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos opacaron lo que para muchos es una dádiva brasileña que se debe recibir de rodillas y sin chistar.
Sin embargo, la aparente generosidad brasileña fue suficiente para que pasen poco menos que desapercibidos los enormes montos que Petrobras debe a Bolivia por diversos conceptos. El gas que no compró, pero que pese a ello debió pagar por estar vigente la cláusula “take or pay”, por ejemplo, implica una deuda de más de 400 millones de dólares. Un monto apenas menor, calculado en más de 300 millones de dólares, es el que adeuda por los licuables que llegan a Brasil mezclados con el gas.
En suma, alrededor de 700 millones que Brasil debe a Bolivia fueron opacados por un muy sospechoso crédito que apenas llega a la mitad de esa cifra. Crédito que además de no ser nada blando, llega condicionado a múltiples arreglos entre empresarios brasileños y funcionarios bolivianos, lo que, como ya ha sido ampliamente denunciado, da lugar a muy graves sospechas de corrupción.
Sin embargo, y pese a lo importantes que son los aspectos señalados, hay uno que probablemente sea el que más honda huella deje en el futuro nacional. Se trata de la elevación a rango de institución fundamental del Estado “Plurinacional” de la “Policía Sindical”, la que al haber sido puesta en igualdad de condiciones que las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y la Guardia Federal de Brasil, recibió un bautismo que le da, ante la indiferencia general, una temible legitimidad.
Teniendo como testigo nada menos que al Presidente de Brasil, la “Policía Sindical” designó a su flamante “comandante”, quien al recibir tan alto cargo dijo que se trataba de un “momento histórico para las organizaciones sociales porque se consolidó el trabajo de las tareas de seguridad a las bases originarias en la organización de eventos locales, nacionales e internacionales”. Y no exageró en absoluto pues, en efecto, no todos los días, y no en cualquier país, se da carácter de oficial a una “Policía Sindical”.
Ahora, sólo cabe esperar que en otras regiones “autónomas” del país, en otras de las “republiquetas” que en los hechos ya existen, se sigan los mismos pasos.
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