Los tres fracasos a los que nos referimos –gas, litio y hierro— pasan desapercibidos en medio de la trivialidad de las pugnas cotidianas
Mientras los bolivianos –los del oficialismo pero también, y sobre todo los de la oposición— continuamos obnubilados con nuestras cotidianas pugnas internas, en las que lo que único que parece estar en disputa son los despojos a los que está siendo reducido nuestro país, los temas realmente importantes, los que tendrían que preocuparnos de verdad, pasan casi desapercibidos sin que haya quién les preste la atención que merecen.
Entre ellos se destaca la sistemática destrucción de las bases sobre las que se sostiene la economía nacional. El caso de los hidrocarburos es el principal de los ejemplos, pero no el único. Un fracaso igual de grande es el que se cierne sobre otros dos rubros en los que se depositaron desmesuradas expectativas y que también se encaminan a ser dos enormes frustraciones. Se trata de la explotación del litio en el salar de Uyuni y del hierro en el Mutún.
Los tres fracasos a los que nos referimos –gas, litio y hierro— tienen algunas características comunes. El sistemático ocultamiento de información, mediante el que se le niega a la ciudadanía el acceso a datos básicos sobre la manera como están siendo administrados esos recursos, es una de ellas.
A pesar de ello, está cada vez más claro el panorama que se vislumbra en lo que a futuro gasífero del país se refiere, pues las noticias que sobre el tema llegan del exterior son de lo más elocuentes. Se sabe, por ejemplo, que alrededor de Bolivia están ya en plena construcción cinco plantas –dos en Brasil, dos en Chile y una Argentina-- para importar gas que sustituya al boliviano. Trinidad y Tobago, Qatar y… ¡Venezuela!, serán los países que ocupen el lugar de Bolivia como proveedores de tan vital energético. Así, Bolivia tendrá cada vez mayores dificultades para conservar su principal fuente de ingresos.
Es mucho menos lo que se sabe sobre el litio. Pero lo poco que se puede averiguar al respecto es suficiente para temer que, como en el caso del gas, se está esfumando una extraordinaria oportunidad. Es que pese a lo importantes que son las reservas de esa materia prima, ninguna de las empresas interesadas en su explotación está dispuesta a realizar las inversiones necesarias por la falta de condiciones mínimas.
El caso del hierro del Mutún es más desalentador aún. Es que a pesar de la tozudez con que las autoridades gubernamentales se niegan a dar la información básica sobre la marcha del proyecto, abundan los motivos para temer que éste se encamina hacia otro fracaso.
En circunstancias normales, los tres temas a los que nos referimos tendrían que ocupar un lugar destacado entre las preocupaciones de los aspirantes a candidatos. Pero como se ve, ninguno de ellos está a la altura de tan grandes desafíos, por lo que no será el oficialismo quien pague el costo de sus fracasos, sino todo el país.
¿Un Plan Cóndor chavista? (Stanislav Sousek Gumucio)
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