Como “patético” ha sido calificado por el Vicepresidente del país el espectáculo que dan los opositores, y no le falta razón
Una semana más ha transcurrido, y cuando ya sólo quedan dos para que se cumpla el plazo fijado por el cronograma electoral para que se inscriban las fórmulas que participarán en las próximas elecciones generales, el escenario político va tomando una forma que complace tanto al oficialismo como angustia a los sectores de la ciudanía que en vano esperan la aparición de una fórmula seria de oposición.
Varias candidaturas ya están en plena campaña. De ellas, la oficialista, cuyo binomio ya está plenamente definido y ahora concentrada en la selección de sus candidatos a diputados y senadores es, con mucho, la que más se ha adelantado en el camino que conduce a las urnas.
En el frente opositor, en cambio, no aparece algo que esté a la altura del rival. Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina han decidido reincidir en su apuesta individualista, como en diciembre de 2005, y no dan ninguna muestra de haber aprendido algo de los fracasos de los que fueron protagonistas durante los últimos años. Por lo que hasta ahora han mostrado, se diría que no aspiran a encabezar un proyecto político alternativo al del MAS sino a algún viceministerio del nuevo “Estado Plurinacional”.
Algo similar puede decirse de Manfred Reyes Villa, quien a diferencia de Quiroga y Doria Medina ni sigla política que lo respalde tiene, y mucho menos una organización, pero sigue depositando todas sus esperanzas en que su experiencia a la cabeza del municipio de Cochabamba le sirva como suficiente credencial. Tampoco se presenta como postulante a encabezar un proyecto político serio. Por la forma y fondo de sus propuestas, más bien parece candidato a Alcalde de Bolivia.
El MNR, por su parte, el único partido que logró sobrevivir a la debacle del sistema político, no logra salir del estado vegetativo en el que lo sumieron los traumas del pasado y sus pugnas internas. Dejó pasar los años sin renovarse, sin cultivar nuevos liderazgos y tal como el 2005, se aferra a la esperanza de que un candidato prestado prolongue su agonía o que su participación sea admitida en un bloque amplio que lo tolere como aliado.
Finalmente, la quinta opción opositora, la que más expectativas despertó alrededor de la propuesta de articular un bloque amplio que aglutine a las corrientes de oposición regionales, a los líderes y movimientos ciudadanos que en los hechos fueron los que más batalla dieron durante los últimos años al proyecto hegemónico del MAS, tampoco acaba de cuajar. Son muchos los cabos sueltos con los que pretende tejer una red, pero no halla el hilo conductor, ni el líder, ni la sustancia ideológica y programática que haga de elemento aglutinador.
Como “patético” ha sido calificado por el Vicepresidente del país el espectáculo que dan los opositores, y no le falta razón. Quedan, sin embargo, dos semanas cruciales durante las que habrá que ver si el instinto de sobrevivencia se impone a la vocación suicida.
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