domingo, 5 de abril de 2009

La hora de las definiciones

Es de esperar que las diferentes iniciativas para preservar la democracia confluyan en un esfuerzo común

“Ha llegado la hora de las definiciones”, dijo hace algunos días el presidente Evo Morales, y no le faltaba razón. En efecto, tres años después de haberse iniciado el proceso de destrucción de la institucionalidad republicana en Bolivia, nos encontramos al borde del punto sin retorno, del punto más allá del cual la democracia puede pasar a ser sólo un episodio de la historia, del pasado de nuestro país.

La batalla final, según la concepción de los estrategas que conducen el proyecto político del MAS hacia su consumación, serán las elecciones de diciembre próximo. Y es para ganar tan decisiva confrontación de fuerzas que todos los recursos de los que dispone el oficialismo se concentran en su objetivo principal: imponer un reglamento electoral que asegure dar, a través de las urnas, el salto final hacia la consolidación de un régimen totalitario.

Para hacer frente a tan ambicioso plan no existe una oposición política que esté a la altura del desafío. La existente, representada por las múltiples fracciones a que se redujo lo que un día fue Podemos, ha dado ya y sigue dando demasiadas muestras de su ineptitud, por lo que nada serio se puede esperar de ella. Muy por el contrario, se puede temer que una vez más, como ya lo ha hecho en otros momentos decisivos, termine dándole al proyecto masista el empujón final, el que le falta para imponerse.

La otra vertiente de la oposición, la cívico-regional, cuya principal base de acción es Santa Cruz, pese a que aún no termina de reponerse de la derrota a que fue conducida en septiembre pasado por las corrientes antidemocráticas y violentas que en algún mal momento se impusieron, ha asumido el rol conductor de la resistencia civil contra el proyecto hegemónico del MAS.

Otra iniciativa para movilizar a la ciudadanía es la encabezada por Víctor Hugo Cárdenas y secundada por diversas agrupaciones civiles. La base de su propuesta es retirar temporalmente de la agenda de la oposición el tema de los candidatos, y concentrar fuerzas y energías en una movilización ciudadana que, lejos del efecto perturbador de las ambiciones personales, haga oír y sentir su voluntad colectiva para impedir que el totalitarismo logre derrotar a la democracia.

Siendo tan grande el desafío que se tiene al frente, es de esperar que ambas iniciativas, la originada en Santa Cruz y la encabezada por Cárdenas, confluyan en un esfuerzo común. Y que lo hagan sin dar cabida a quienes quisieran precipitar un desenlace violento de la lucha que se avecina.

La tarea no será fácil, pues además de las acciones del oficialismo deberán enfrentar la acción disociadora de individuos que, sin tener mérito alguno, aspiran a ser candidatos sin tener más norte que su ya patológico egocentrismo.

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