lunes, 27 de abril de 2009

Represión en las propias filas

Los masistas también tendrán, como los opositores, que aprender a vivir bajo el signo del miedo. Y no podrán decir que no se les advirtió

Como ya es habitual cada que tienen que tomar decisiones importantes, durante el pasado fin de semana los dirigentes de las organizaciones sociales que apoyan al Movimiento al Socialismo se reunieron en Cochabamba para definir un plan de acción para el futuro inmediato.

Por lo que se sabe, fueron tres los temas que fueron abordados: la proclamación del binomio Morales –García Linera, un plan para agilizar la distribución masiva de cédulas de identidad entre los potenciales adherentes al binomio recién proclamado, y la adopción de drásticas medidas para detener las disidencias y las pugnas internas que están socavando las bases del partido gubernamental.

El objetivo del primer punto, evidentemente, fue cortar de raíz un asunto que podía crecer peligrosamente. Ahora, ya nadie podrá considerar siquiera la posibilidad de que sea otro, y mucho menos otra, quien ocupe el lugar de García Linera en la fórmula oficialista.

El segundo tema fue abordado con una claridad que hace innecesaria cualquier interpretación. “Ya me ha presentado un nuevo plan la Policía, para dotar de identificación a la gente...”, ha dicho Morales, lo que dados los antecedentes permite suponer que pronto las casas de campaña del MAS volverán a bullir de actividad.

Pero lo más importante, dadas las múltiples fisuras que han comenzado a hacerse visibles en la estructura orgánica del Movimiento al Socialismo y sus “movimientos sociales”, fue la decisión de adoptar muy drásticas medidas para frenar en seco las deserciones.

Es comprensible la inquietud que el tema ocasiona en las filas masistas, pues con cada día que pasa aumentan las manifestaciones de malestar entre importantes líderes y organizaciones sociales que consideran que el “proceso de cambio” está degenerando de un modo que ya les parece intolerable.

Ante tan grave problema, la élite burocrática que se apoderó de la conducción del MAS, con el apoyo de los dirigentes que les son leales, como el empresario del transporte Fidel Surco, o el “indígena originario campesino” Isaac Ávalos, han instruido a sus bases que se encarguen de disuadir a potenciales nuevos desertores, mediante la aplicación del “control social”.

¿A qué se refieren con “control social”? Román Loayza lo sabe muy bien pues, como lo destacábamos en este espacio editorial el 10 de diciembre del año pasado, ya estuvo a punto de ser linchado, acusado de traidor, durante la realización de un ampliado de “organizaciones sociales” que se realizaba en El Alto.

Los masistas también tendrán, como los opositores, que aprender a vivir bajo el signo del miedo. Si caen bajo la sospecha de ser poco sumisos, y por lo tanto potenciales disidentes, el “control social” se encargará de darles su merecido. Y no podrán decir que no se les advirtió.

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