lunes, 18 de mayo de 2009

Carapintadas y croatas en Bolivia

La magnitud y complejidad del embrollo supera con mucho los estrechos límites de las pugnas políticas bolivianas

Entre los muchos y diversos hilos que se entrelazan para dar forma al abigarrado entramado que paulatinamente ha comenzado a salir a la luz a partir del asesinato y detención de un grupo de mercenarios en el Hotel Las Américas de Santa Cruz, hay uno que ya se vislumbra como uno de los más importantes. Se trata de la participación de ex militares argentinos, los conocidos “carapintadas”, en la organización de la oposición violenta al régimen del MAS.

Por ahora es todavía mucha la confusión que rodea el tema. Sin embargo, en medio de ella hay ya algunos elementos que permiten afirmar que se trata de algo más que de una de las artimañas de las que se vale el gobierno para legitimar sus actos. Es que más allá de exageraciones y de los muchos yerros que caracterizan el proceso de investigación, hay razones para temer que algo de verdad hay en las denuncias hechas en ese sentido.

Y no se trata sólo de las declaraciones de uno de los individuos involucrados, aparentemente convertido en un soplón al servicio del gobierno. Además de ellas, hay suficientes indicios de que efectivamente más de un “carapintada” se ha hecho presente en el escenario político boliviano y no precisamente con el afán de promover la defensa de los derechos humanos.

Muy ligado a lo anterior está otro de los hilos cuya punta parece conducir a una maraña que por lo compleja que es no puede aún ser vista en toda su magnitud. Se trata de los posibles vínculos entre los “carapintadas” mencionados y excombatientes de una de las fracciones militares que combatió con las fuerzas croatas en la guerra que asoló los Balcanes.

Esos vínculos, que aparentemente forman parte de la trama que comentamos, tienen una larga historia. Se remontan a principios de los años 90 cuando se produjo un escándalo de alcance mundial a raíz del descubrimiento de un millonario tráfico de armas que involucraba al gobierno de Carlos Saúl Menem, al líder de los “carapintadas” Tcnl. Mohamed Alí Seineldín y a las milicias croatas que combatían en Bosnia.

Como se recordará, el asunto llegó a envolver al ex presidente Jaime Paz Zamora y a las Fuerzas Armadas bolivianas. Es un asunto que seguramente habrá que recordar ahora que hay motivos para sospechar que así de antiguos y enmarañados son los antecedentes del caso.

Hay pues abundantes motivos para suponer que la magnitud y complejidad del embrollo supera con mucho los estrechos límites de las pugnas políticas bolivianas. Razón más que suficiente para insistir en la necesidad y conveniencia de que en las investigaciones se involucren organismos internacionales. Si hay algo claro, es que ni el oficialismo ni la oposición están a la altura de un caso que trasciende nuestras fronteras.

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