sábado, 9 de mayo de 2009

Pando, lo importante y lo banal


Mientras unos investigaban el contrabando de televisores en Pando, otros tenían asuntos mucho más importantes que atender

Hace algo más de ocho meses, el departamento más pequeño del país, del que muy pocas veces provenían noticias dignas de figurar en la prensa nacional, comenzó a ser objeto de atención. Es que se supo que en Pando se producía una serie de movimientos muy sospechosos, los que daban motivos para temer que algo raro estaba ocurriendo en tan alejado rincón del territorio nacional.

Entre quienes intentaron comprender de qué se trataba hubo dos corrientes. Una de ellas preveía que por muchas razones Pando había sido elegido como un importante escenario de la confrontación entre las fuerzas del oficialismo y las de la oposición. La otra, se empeñó en reducir el problema a un simple y vulgar caso de contrabando.

Fue esa segunda interpretación la que se impuso entre los parlamentarios de la oposición y por eso, creyendo que se les presentó una buena ocasión para empañar la imagen gubernamental, concentraron todos sus esfuerzos y energías en el afán de hacer del misterioso caso de los 33 camiones todo un asunto de Estado. Como si no fuera bien sabido que son cientos los camiones que a diario eluden los controles aduaneros. Y como si no hubiera habido motivos para suponer, además, que algo muchísimo más grave se estaba fraguando en el punto más débil de la “Media Luna”.

Dedicados a perseguir a unos cuantos contrabandistas de electrodomésticos, empeñados en descubrir si hubo coima de por medio o no, si los camiones pasaron de día o de noche, los diputados de la oposición mostraron cuán lejos están de discernir entre lo que es importante y lo que no lo es.

Mientras tanto, teniendo cosas más serias de las qué ocuparse, el Gobierno dejó impávido que el tiempo y las investigaciones avancen, seguro de que para resolver tan nimio asunto sus diputados bastaban. Con mucho gusto vio cómo los 33 camiones fueron suficientes para que pase a un plano muy secundario el proceso que condujo a la militarización de Pando, el primer paso hacia la destrucción de la oposición cívico-regional.

El resultado de tanto extravío no podía ser distinto del que ahora se conoce. El oficialismo se abanica con el informe aprobado por su bancada y se ríe de los otros dos, el de sus aliados “Sin Miedo” y el de la oposición. A nadie preocupa que el Ministro de la Presidencia y el Prefecto interventor de Pando queden impunes pues lo que está en juego en la Bolivia de hoy es mucho más importante que desentrañar los ya conocidos procedimientos de los que desde siempre se valieron los contrabandistas de televisores y licuadoras.

Así, mientras unos pierden su tiempo tratando de descubrir la fórmula del agua tibia, otros se dedican a consolidar un régimen en el que la facilidad con que se burlan los controles aduaneros no será uno de los mayores motivos de preocupación.

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