miércoles, 27 de mayo de 2009

Cochabamba ante la historia

Los cochabambinos tenemos un año para ponernos a la altura de nuestros antepasados reconciliándonos con nuestra historia

El 27 de mayo de 1812, tres años después de que en Chuquisaca se dio inicio a la emancipación hispanoamericana, en Cochabamba se marcó otro hito en el camino que conduciría, 15 años después, a la constitución de la República de Bolivia.

Este aniversario, como el que se recordó hace un par de días, nos encuentra a los cochabambinos, como a los bolivianos en general, en una situación que en nada honra la memoria de nuestros antepasados. Muy por el contrario, la manera cómo llegamos a esta fecha es algo que a todos debe llenarnos de vergüenza.

Es que los 200 años transcurridos desde que se sentaron las bases de la patria por la que lucharon los hombres y mujeres que nos antecedieron, y los 197 de la gesta heroica de la Coronilla, nos ponen ante una dolora evidencia: hemos fracasado en la tarea que nos legaron. No hemos sido capaces de construir un país con el que se sientan identificados todos los descendientes de quienes desde las más diversas vertientes supieron hacer confluir sus esfuerzos en una voluntad común.

Es tan grande la diferencia entre el espíritu que animó a quienes hace 200 años lucharon por una patria compartida y el que hoy prevalece entre nosotros, que ni siquiera se puede hablar de una conmemoración. Conmemorar significa compartir una memoria; unión alrededor de un recuerdo común. Implica hacer del pasado un punto de encuentro. Y eso es lo que menos se puede hallar en la forma cómo hoy nos encontramos con nuestra historia.

Por lo que se ve, los 200 años transcurridos no han sido suficientes para afianzar las coincidencias que en aquel entonces hicieron posible que muy diversas motivaciones e intereses confluyan en un solo haz de voluntades. Los vínculos que hicieron posible que un 27 de mayo peleen por la misma causa indígenas, mestizos, criollos, artesanos e intelectuales hoy están diluidos a tal punto que los descendientes de todos ellos nos encontramos recordando e interpretando de muy diferentes modos lo que los llevó a unirse en una causa común.

Cochabamba, por muchas razones, entre las que se destaca su ubicación geográfica, su composición social, sus vínculos económicos con las demás regiones del Alto Perú fue el punto en el que con mayor vigor y cohesión confluyeron las diversas vertientes de las que se alimentó la lucha independentista.

Fue aquí, el 27 de mayo de 1810, donde se dio la más clara muestra de unión entre hombres y mujeres provenientes de los más diversos sectores sociales que, inspirados por diferentes razones, supieron subordinar sus discrepancias a una causa superior.

Los cochabambinos tenemos, a partir de hoy, tres años para ponernos a la altura de nuestros antepasados. Tenemos el enorme reto de llegar al bicentenario reconciliados con nuestra propia historia, pues esa es la mejor manera de reconciliarnos con nuestro futuro.

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