domingo, 24 de mayo de 2009

La reescritura de la historia


Borrar la historia de la República de Bolivia empezando por sus orígenes es parte fundamental de la “revolución cultural” en curso

Una de las principales características del proyecto político que según lo indican muchos datos de la dura realidad ha ingresado a la fase final de su consumación, consiste en que su avance se desarrolla en diferentes escenarios. Uno de ellos es el que sus autores intelectuales denominan el de la “dominación simbólica”.

La idea consiste en que durante los últimos doscientos años en nuestro país se ha impuesto el “poder simbólico del mundo q’ara; es decir, la legitimidad de la representación subjetiva de lo "boliviano" y lo "occidental”. Una de las principales tareas del “proceso de cambio” consiste en destruir “la legitimidad de lo boliviano y de todo aquello en lo que se sostiene, (…) destruir el poder simbólico que hace que los excluidos y marginados acepten el orden de las cosas existente: el estado colonial republicano”.

Según esa lógica, “no se trata de (avanzar hacia) una democratización social del poder, sino de que los dominados de antes, hoy en el poder, construyan una red de relaciones que les permitan gobernar de manera absoluta en el tiempo. Los excluidos y dominados pasan a ser los dominadores y los dominadores de ayer pasan a ser los excluidos y dominados del presente”.

Una de las más elocuentes manifestaciones de ese afán destructor de los “símbolos de lo boliviano y occidental” la estamos viendo estos días con motivo de las celebraciones del segundo centenario del inicio del proceso que condujo a la constitución de la ex República de Bolivia, hoy “Estado Plurinacional”.

Reescribir la historia de nuestro país, empezando por cuanto ocurrió el 25 de mayo de 1809, es parte fundamental de ese proceso. No es por eso casual que Sucre, la antigua Charcas, haya sido excluida del programa oficial de actos conmemorativos y que en los discursos oficiales se haya borrado sin miramientos la memoria de los personajes que fueron protagonistas del grito libertario con que se inició la guerra de la independencia continental, y que se desde las esferas oficiales se hagan todos los esfuerzos para minimizar la importancia de esos acontecimientos.

De lo que se trata, como es evidente y como con mucha anticipación lo anunciaron los ideólogos de la “revolución cultural” en curso, es de “quitar el alma a la sociedad mestiza y blanca mediante la destrucción de las bases materiales y subjetivas que la sostienen”.

Borrar la historia de la República de Bolivia empezando por sus orígenes, expulsar de ella a quienes son considerados precursores del “mundo q’ara”, eliminar de la memoria colectiva los vínculos con el mundo “occidental”, y reescribir la historia del “Estado Plurinacional”, es un complemento indispensable, en el plano simbólico, de la destrucción de las instituciones republicanas. Es parte de la demolición de 200 años de historia, sobre cuyos escombros se pretende escribir una nueva.

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