sábado, 10 de octubre de 2009

27 años de democracia

A 27 años de su restauración, luego de 18 años de sucesión de dictaduras militares, y constatados los logros en materia de respeto, ampliación y ejercicio de los derechos ciudadanos, conviene redoblar esfuerzos para reencauzar y consolidar el sistema democrático


La recordación, el día de hoy, de los 27 años de la recuperación de la democracia encuentran a Bolivia en un momento particularmente especial, precisamente cuando la ciudadanía se prepara para asistir -el próximo 6 de diciembre- a un nuevo acto electoral que marcará la profundización o reorientación del proceso de cambios estructurales llevados adelante por la administración del presidente Evo Morales.

Es importante resaltar que éste es el período más largo de vida democrática ininterrumpida de la historia boliviana. El 10 de octubre de 1982 se inaugura el período más largo de la vida democrática ininterrumpida de la historia boliviana, con la salida del poder del último gobernante de facto, General Guido Vildozo Calderón, y la posesión presidencial de Hernán Siles Suazo, quien había resultado vencedor en las justas electorales de 1979 y 1980 a la cabeza de la alianza centro izquierdista Unidad Democrática y Popular (UDP). Desde ese momento hasta hoy, ha habido comicios libres, plurales y transparentes, lo que ha permitido la alternancia en el ejercicio del mando.

El país tuvo que hacer uso de toda su capacidad de presión para evitar que la apertura de octubre de 1982 corriera mala suerte, y la ciudadanía logró esa victoria pese a que en las agrupaciones políticas se mantenía -como ahora mismo- el virus de la intolerancia. De ahí es que, ante la posibilidad de que se repitieran actos autoritarios o fraudulentos, el presidente Siles Zuazo, asumiendo un gesto de desprendimiento sin precedentes ni emulaciones posteriores, renunció a un año de su mandato y abrió las compuertas para que la crisis que aquejaba a la nación, pudiera ser enfrentada con más democracia; es decir, a través de elecciones para relegitimar el poder.

Empero y si bien hasta finales de la década de los ´90 se dieron más avances que retrocesos, el sistema político partidario comenzó a deteriorarse por la carencia de paradigmas y propuestas, lo que hizo que se fuera encerrando en sí mismo, abdicando de su función de agregar demandas sectoriales y formular visiones de país para convertirse en simple maquinaria electoral y gestor de intereses particulares.

Así, por ambición, llegar al poder se convirtió en un fin y para conservarlo se devaluó el pacto interpartidario que las circunstancias exigían, tornándolo en repartija de los estancos burocráticos.

Esto, sumado a la crisis económica de 1998 y su ineficiente administración, ha conducido al desmoronamiento del sistema político tradicional y a una sórdida lucha por el poder que derivó, finalmente, en el surgimiento de nuevas alternativas políticas como la que hoy está al mando de la nave del Estado.

A 27 años de su restauración, luego de 18 años de sucesión de dictaduras militares con breves interregnos libertarios y constatados los logros en materia de respeto, ampliación y ejercicio de los derechos ciudadanos, conviene redoblar esfuerzos para reencauzar y consolidar el sistema democrático.

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