jueves, 8 de octubre de 2009

El desafío de la integración

¿Será que el Gobierno que vaya a asumir después de las elecciones del 6 de diciembre esté en capacidad de afrontar desafíos de la magnitud antes citados? Son, pues, temas que tendrían que debatirse y dilucidarse a lo largo de la actual campaña electoral.

A lo largo de las últimas cinco décadas, Bolivia ha recibido apelativos como "país tranca", "país tapón", "país fraccionado", "país disgregado" "país bloqueado". Las definiciones provinieron desde expertos en ingeniería y geopolítica hasta analistas dedicados al catastrofismo. Cada uno supo darle su particular uso, tendencioso o no. Sin embargo, apelaron a una de las más grandes debilidades del Estado boliviano, sino la mayor.

En lado opuesto se hallan quienes enarbolan el ideal de la integración nacional. Sin embargo, el anhelo resalta la gran carencia: Bolivia, a diferencia del grueso de los países del planeta, sufre sobre todo de una grave falta de integración física.

El símbolo más claro de su postración es el aislamiento al que están sometidos cientos de pueblos. Mientras los hitos de su limitado desarrollo han sido marcados, por ejemplo, con la carretera que unió Santa Cruz con el occidente del país, la marca de las recientes crisis, los bloqueos, se acentuó justamente en la todavía escuálida infraestructura carretera.

No siempre fueron necesarios grandes movimientos sociales ni grandes causas para frenar la dinámica comercial nacional. Ello porque el eje económico de Bolivia se articula en base a solitarias y cada vez más saturadas rutas, especialmente la que une Oruro con La Paz y Cochabamba y también desvía al Pacífico. No existen variantes estratégicas y por ello, por ejemplo, el drama de los célebres estrangulamientos a La Paz o los cierres tridepartamentales en Caracollo y Cahihuasi. Sin embargo, hasta ahí cuentan los problemas.

A lo largo de los últimos años el país tiende también a recuperar apelativos más amables: "Tierra de contactos", "paso intercontinental", esbozados como esperanza por los expertos. No por nada desde 2003 se multiplicaron las caravanas de integración que empresarios y autoridades, especialmente de Brasil y Chile, emprendieron por nuestra geografía.

Ello porque la carretera que otrora unía Santa Cruz con La Paz, promete convertirse en una muy importante vena de integración de los puertos de Santos y Arica. Y porque, por ejemplo ya se perfila, que existan nuevas rutas que integren el eje troncal del país entre sí y más alternativas de comunicación terrestre con los puertos chilenos. Todavía están pendientes de su conclusión las rutas que marchan hacia el sur del país, así como también avanza a paso lento la integración del norte.

La nueva realidad política del país ha hecho que, al menos en los últimos años, Bolivia deje de ser un país tranca para el transporte de carga en la región, pero de ahí a convertir a Bolivia en un núcleo de integración bioceánica hay mucho camino por andar, así como también queda muchísimo por hacer para que el país se transforme en el nudo energético de Sudamérica.

De ahí a convertir a Bolivia en un núcleo de integración bioceánica hay mucho camino por andar, así como también queda muchísimo por hacer para que el país se transforme en el nudo energético de Sudamérica

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