miércoles, 21 de octubre de 2009

Libertad de prensa, de mal en peor

Ante tan deplorable situación, sólo cabe perseverar, sin dar brazo a torcer, en la lucha diaria para detener, primero, y revertir después, un proceso que nos puede llevar a la pérdida del bien más preciado: la libertad

Confirmando una tendencia que durante los últimos años tiene en permanente estado de zozobra a periodistas y medios de comunicación de nuestro país, el más reciente informe de Reporteros sin Fronteras, publicado ayer en París, destaca a Bolivia entre los países que más están retrocediendo en lo que al respeto a la libertad de prensa se refiere. Y en lo que es algo más que una casualidad, Venezuela comparte con nuestro país tan vergonzosa situación.

El ritmo al que avanza el proceso que paulatinamente está llevando a que Bolivia pase a formar parte del conjunto de países sometidos a regímenes proclives a coartar la libertad de expresión es más penoso aún si se lo compara con el lugar que ocupaba en años anteriores. Como lo recuerda el mismo informe, hace sólo seis años Bolivia se contaba con orgullo entre los 16 más destacados por la solidez de uno de los pilares fundamentales de una sociedad democrática.

El informe de Reporteros Sin Fronteras merece ser objeto de atención aunque no contiene nada novedoso para quienes día a día, desde hace tres años, llamamos la atención sobre este problema. Debe ser tomado muy en cuenta, a pesar de ello, pues confirma que no son exageradas, ni están motivadas por intereses ajenos al interés colectivo, las denuncias que con creciente frecuencia se hacen sobre las muchas maneras como el gobierno de Evo Morales pone cortapisas a la labor periodística.

La similitud entre el caso boliviano y el de Venezuela, país que ya ha avanzado mucho más en el camino que conduce a la eliminación de la libertad de prensa, son por demás elocuentes. La inadmisible conducta de Hugo Chávez, que con su ya conocida arrogancia y desparpajo dio durante las pocas horas en que estuvo en nuestra ciudad una elocuente muestra de su actitud ante los periodistas y medios de comunicación, lo dice todo. El silencio cómplice del gobierno, que se empeña en seguir su ejemplo, da plena cuenta de lo acertado que es el diagnóstico de RSF.

El caso de Honduras, que desde el golpe de Estado perpetrado el 28 de junio pasado se ha rebajado al nivel de los países sometidos a regímenes con ínfulas totalitarias, es otro que pone en estado de alerta a los periodistas e intelectuales que ponen los valores básicos de la libertad y la democracia por encima de los intereses que están llevando a nuestro continente a un retroceso histórico de grandes proporciones.

La manera brutal como el ilegal gobierno hondureño se dio a la tarea de silenciar a los medios que no se mostraron dóciles ante el golpe, así como a los reporteros de las agencias internacionales de noticias, y a perseguir, encarcelar y amedrentar a periodistas que no se sometieron a los dictámenes del régimen de Micheletti, ha ocasionado que con razón Reporteros Sin Fronteras lo ponga, con Venezuela, a la cabeza de los que más retrocedieron durante los últimos meses.

Ante tan deplorable situación, sólo cabe perseverar, sin dar brazo a torcer, en la lucha diaria para detener, primero, y revertir después, un proceso que si no es resistido con todo vigor nos puede llevar a la pérdida del bien más preciado: la libertad. La firmeza con que hasta ahora se ha dado la batalla, lo que ha impedido que el resultado sea aún peor, da motivos suficientes para mantener viva la esperanza.

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