jueves, 22 de octubre de 2009

El victimismo de la oposición

Insistir en mendigar un derecho sólo contribuye a reforzar la sospecha de que lo que buscan, más que dar batalla, es regodearse en la cómoda actitud autoexculpatoria tan propia del victimismo


Una de las principales características de toda contienda electoral, como la que está desarrollándose en nuestro país, consiste en que los contendores dedican sus mejores esfuerzos a llamar la atención de los medios de comunicación, y a través de ellos de la ciudadanía, hacia sus respectivos candidatos, propuestas y mensajes.

En ese contexto, resulta evidente que la fórmula oficialista lleva una enorme ventaja. La oposición, en cambio, apenas atina a balbucear una que otra iniciativa sin lograr salir de la marginalidad en la que se encuentra.

En el afán de revertir tal situación, los asesores de las dos principales candidaturas de la oposición parecen haber definido cuáles serán lás fórmulas que ensayarán. Machacar con el tema del empleo y desafiar al presidente y candidato Evo Morales a un debate, es una. Atrincherarse en el victimismo y concentrar sus pocas energías en una inacabable sarta de quejidos lastimeros es la otra.

La más reciente manifestación de esta segunda táctica es la insistencia con que los estrategas de Plan Progreso se lamentan porque el gobierno no da su venia para que su candidato vicepresidencial ejerza su derecho a la libertad de expresión. Ya son varios días, valiosísimos días para una campaña electoral tan corta, durante los que perseveran en su afán de atribuir a una supuesta censura sufrida por el ex prefecto de Pando la falta de vigor y consistencia de su campaña.

No se trata, por supuesto, de minimizar la descarada arbitrariedad con que el gobierno actúa en este caso. Ya se ha dicho mucho en este espacio editorial sobre el asunto y seguiremos insistiendo, cuantas veces sea necesario, en denunciar la manera flagrante como el gobierno viola las leyes y los derechos fundamentales del recluido desde hace más de un año.

Pero lo que ahora está en cuestión, más que los aspectos relativos a las formalidades legales, es el aspecto político del asunto. Y es ahí donde resulta por demás cuestionable la manera de actuar de Plan Progreso pues, siendo tan evidente que la ley respalda sus demandas, insistir en mendigar un derecho sólo contribuye a reforzar la sospecha de que lo que buscan, más que dar batalla, es regodearse en la cómoda actitud autoexculpatoria tan propia del victimismo.

¡El derecho a expresarse no se mendiga, se toma!, habría que decirles a los estrategas de PPB, parafraseando la famosa consigna del mayo francés de 1968. Es que por grande que sea el empeño con que el gobierno del MAS intente coartar el derecho de su candidato vicepresidencial a hacer oír su voz, son muchas, muchísimas las formas como podría ejercerlo sin tener que magnificar su condición de víctima.

Hace poco, por ejemplo, Leopoldo Fernández escribió un artículo de opinión que fue publicado en muchos diarios del país. ¿Podía hacer algo el gobierno para impedirlo? Por supuesto que no, como que no lo hizo. Grabar mensajes para difundirlos a través de radios, televisión o Internet; publicar a través de la prensa escrita artículos o solicitadas, entre muchas otras, son algunas de las posibilidades.

Hacerlo no es algo que requiera la venia gubernamental, sino la voluntad política necesaria para salir de la pasividad, superar el victimismo y dar batalla en todos los terrenos que sea necesario. Actuar de otro modo, como hasta ahora, sólo puede servir para inspirar una inútil conmiseración

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