lunes, 19 de octubre de 2009

Tráfico y desorden urbano

Ninguna de las capitales de Bolivia, aunque unas en mayor grado que otras, ha tomado medidas urbanísticas oportunas ni apropiadas para atender los crecientes problemas derivados del desproporcionado crecimiento de sus respectivos parques vehiculares.

Todas las capitales de Bolivia se han visto atiborradas, en los últimos años, por el incontenible y desmedido crecimiento del parque vehicular, como producto, en gran medida, del ingreso -sea por la vía legal o ilegal- de unidades motorizadas a medio uso, traídas desde Chile, Brasil y, más recientemente, desde Estados Unidos.

En este último caso, la crisis económica estadounidense ha hecho que muchos habitantes de ese país se deshagan de grandes cantidades de vagonetas o vehículos todoterreno que, por sus características, representan un alto consumo de carburantes.

Muchos de esos vehículos, comercializados a precios bajos en comparación a los ofertados por las tiendas importadoras, han inundado las calles de países como el nuestro.

Lo propio sucede con los coches más pequeños o aquellos utilizados para el servicio de transporte público de taxis, minibuses o buses, que han crecido de manera excesiva y sin que exista ninguna regulación de por medio. Y es que mucha gente, golpeada por el desempleo y las carencias económicas, ha optado por el fácil recurso de trabajar con uno o varios vehículos.

Lo cierto es que ninguna de las capitales de Bolivia, aunque unas en mayor grado que otras, ha tomado medidas urbanísticas oportunas ni apropiadas para atender los crecientes problemas derivados del desproporcionado crecimiento de sus respectivos parques vehiculares.

Si bien el Gobierno le ha puesto límites a la irrestricta importación de vehículos usados, no es para nadie desconocido que el contrabando sigue haciendo de las suyas y, aunque en proporciones menores a las vistas en años pasados, continúan ingresando al país vehículos usados.

Lo cierto es que, independientemente del crecimiento del parque vehicular, la cuestión del tráfico está empezando a causar serias dificultades en todas las ciudades de Bolivia sin excepción, y ahora toca que los gobiernos municipales sean capaces de dar respuestas eficaces e inmediatas para evitar problemas urbanos de proporciones todavía mayores.

El problema se torna mucho mayor si tomamos en cuenta la poca o ninguna conciencia de una gran mayoría de los conductores, sobre todo del transporte público, para quienes no existen normas viales ni quiénes las hagan cumplir. Y sobre este particular, tanto el Gobierno como la Policía Nacional tendrían que asumir parte de su responsabilidad.

Así pues, el tema del tráfico vehicular es abordado por las autoridades concernidas con absoluta simpleza y sin ninguna planificación, cuando más bien tendría que ser afrontado a tiempo y en su verdadera dimensión, antes de que la sobresaturación vehicular alcance proporciones imposibles de controlar.

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