martes, 28 de julio de 2009

Los desafíos de la oposición

Es mucho lo que la oposición debe hacer para ponerse a la altura del reto. Escoger al mejor de los candidatos es sólo uno de ellos

Los resultados de una encuesta sobre la manera como la ciudadanía valora a los diferentes aspirantes a candidatos a la presidencia para las próximas elecciones generales, han dado lugar a múltiples comentarios y repercusiones. Han contribuido así a poner un poco de claridad en un escenario enturbiado por la excesiva cantidad de postulaciones, la mayor arte de las cuales, como se ha podido ver, carece de sólidas bases.

Entre los muchos datos que aporta el estudio que comentamos hay uno que es el principal. Es que ninguno de los aspirantes a candidatos reúne por sí sólo las condiciones necesarias para encabezar una fórmula vigorosa, por lo que sólo un esfuerzo conjunto hará posible que la oposición democrática logre hacer frente con alguna posibilidad de éxito a la fórmula oficialista.
Es tan evidente eso, que la presión de los amplios sectores de la población que esperan una alternativa política seria ya se ha dejado sentir. Ha quedado claro que todos los aspirantes a candidatos, menos uno, tendrán que renunciar a sus expectativas personales en aras de una causa superior.

Atendiendo esa demanda ciudadana, ya los principales aspirantes han expresado su predisposición a dar un paso al costado si así lo imponen las circunstancias. Sin embargo, todavía todos creen que deben ser la figura central de un frente amplio. Pese a ello, ya es un buen avance el que haya quedado clara la idea de que deberá ser sólo uno el que encabece una fórmula común.

Ese paso, pese a lo importante que es, no es sin embargo suficiente para despejar el riesgo de una dispersión de voluntades. Es que tras cada uno de los candidatos a la presidencia hay decenas de aspirantes a diputados y senadores y todos ellos, tras bambalinas, actúan con el propósito de beneficiarse con una postulación. Son tantos y tan mezquinos los intereses que se juegan en esa segunda línea, que serán sin duda un factor perturbador.

Una segunda constatación es que hace falta también elaborar un programa político sostenido en un cuerpo doctrinario, en un ideario que sea un punto de referencia, más allá de las elecciones y por encima de las cualidades o defectos de las personas.

Y tan o más importante que lo anterior es la necesidad de que el esfuerzo se plasme en una sólida organización política. La experiencia de los últimos tres años demuestra que de nada sirve una coalición si ésta tiene como único horizonte el acto electoral. Hace falta, además, que tenga la cohesión suficiente para no diluirse al día siguiente de las elecciones, como ocurrió con lo que fue Podemos.

Es pues mucho lo que la oposición debe hacer si quiere ponerse a la altura del reto que tiene al frente. Escoger al mejor de los candidatos es sólo uno de ellos.

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