Patético cuadro que da cuenta de la precariedad de la democracia boliviana y de la ineptitud de quienes actúan en nombre de ella
Según el calendario electoral que rige el proceso que deberá concluir el 6 de diciembre próximo, el pasado jueves feneció el plazo para que las organizaciones políticas obtengan o renueven su personería jurídica y queden así habilitadas participar en el acto.
Concluida esta etapa, la ex Corte Nacional Electoral, hoy Órgano Electoral Plurinacional (OEP), ha informado que son 15 las organizaciones, entre partidos políticos y agrupaciones ciudadanas, que quedaron habilitadas. Dos de las 17 registradas, ADN y FRI, fueron eliminadas.
A primera vista, podría creerse que tal cantidad de organizaciones políticas --la mayor parte de las cuales se niegan a identificarse como partidos-- es una muestra de lo saludable que está la democracia boliviana. Podría suponerse, incluso, que intermediación entre la sociedad y el Estado es lo que menos falta hace en nuestro país y que la institucionalidad democrática descansa sobre sólidas bases.
Resulta evidente, sin embargo, que esa es una apariencia que en nada corresponde a la realidad. Es que salvo una o tal vez dos excepciones, lo que se esconde tras tal abundancia de siglas es una falacia total. En los hechos, hay en Bolivia una sola organización política digna de tal nombre, el Movimiento al Socialismo, y el MNR, que sin duda aún vive, pero aparentemente en estado vegetativo. Alguna otra, como el Movimiento sin Miedo existe sólo en una ciudad del país, otras dos, como UN y AS no pasan de ser muy pequeños grupos de amigos reunidos alrededor de un aspirante a candidato y todas las demás, la inmensa mayoría, ni a eso llegan.
Esa es una cara de la penosa realidad. La otra es que más de diez individuos han anunciado sus intenciones de ser candidatos a la presidencia del Estado Plurinacional. De todos ellos, sólo uno, Evo Morales, cuenta con una organización política seria que lo respalde. Es decir, tan abundantes como los partidos sin seguidores y sin candidatos, son los candidatos sin seguidores y sin partido. Tal paradoja ilustra con toda claridad el estado comatoso en el que está el sistema político boliviano.
Pero la viveza criolla ya ha hallado la forma de resolver tan paradójica situación, aunque sólo sea en las apariencias. Consiste en una especie de mercado negro de siglas en el que sus propietarios y los aspirantes a candidatos regatean los precios y las condiciones en las que se harán los contratos de compra, venta, alquiler o anticrético. Así nació hace algunos años el MAS.
Ahora les toca a todas las fracciones de la oposición salir a buscar entre los desechos alguna combinación de letras que sirva para simular una organización política que en la realidad no existe. Patético cuadro que explica en gran medida la precariedad de la democracia boliviana.
¿Un Plan Cóndor chavista? (Stanislav Sousek Gumucio)
Hace 15 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario