Si la oposición pretende evitar un rotundo triunfo del MAS, tendrá que hacer algo drástico para cambiar el curso del proceso
Según los resultados obtenidos por tres encuestas realizadas durante las últimas semanas en las principales ciudades de nuestro país, el futuro político boliviano, si no ocurre algo extraordinario, ya se puede prever. La fórmula electoral del Movimiento al Socialismo,
encabezada por Evo Morales y Álvaro García Linera volverá a imponerse por un amplio margen y no habrá oposición capaz de contrarrestar su fortaleza en las urnas.
La encuesta realizada por Ipsos Apoyo, Opinión y Mercado, la más fidedigna de las tres, dados los antecedentes y prestigio internacional de la empresa, le asignan el 47% de las intenciones de voto al presidente Evo Morales. En el segundo lugar estaría Víctor Hugo Cárdenas, con el 9%. Samuel Doria Medina, con el 7%; Rubén Costas, con el 6%. Finalmente, en un lugar más marginal aún, figuran Jorge Tuto Quiroga y Manfred Reyes Villa, ambos con el 5%.
Las otras dos encuestas, aunque difieren ligeramente en los detalles cuantitativos, coinciden en el dato fundamental: la popularidad de Evo Morales está prácticamente intacta, mientras la de sus potenciales rivales prácticamente por los suelos.
El dato, de por sí significativo, lo es más aún si se considera que los sondeos se hicieron exclusivamente entre habitantes de las principales ciudades capitales del país, lo que deja fuera de las proyecciones a la población rural la que, como todos saben, apoya al MAS en una proporción mucho mayor que en las ciudades. Si se considera que durante los últimos meses el partido oficialista ha logrado grandes avances en pos del control monopólico de la actividad política en las áreas rurales, no es difícil suponer que en las actuales circunstancias el MAS podría obtener una victoria con un porcentaje superior al 60%.
Ante tal posibilidad, algunos dirigentes políticos que se niegan a ver la realidad han reaccionado como era de prever. Han atribuido los datos que comentamos a una supuesta confabulación urdida entre el Gobierno y quienes realizan las encuestas. Se esmeran en mantener viva una ilusión de popularidad que sólo existe en la imaginación de quienes pretenden aplicar a la política métodos que son propios de la especulación mercantil.
Otros aspirantes a candidatos, felizmente más serios, buscan en los datos de las encuestas alguna pista que les ayude a tomar decisiones. Algunos, es de esperar, terminarán resignándose a buscar nuevos rumbos, mientras los que sobrevivan a este pulseo pre electoral tendrán que buscar una sigla que los acoja.
Como se ve, es muy poco alentador el panorama que se perfila en el horizonte de la oposición democrática. Si la oposición pretende evitar un rotundo triunfo del MAS, tendrá que hacer algo drástico para cambiar el curso del proceso. Y hacerlo ya, porque el tiempo se agota.
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