miércoles, 8 de julio de 2009

Los gastos reservados del MAS

Habrá quien se descontente por la mala calidad de las obras, pero será mayor la satisfacción de participar en la “redistribución de la riqueza”

Entre los muchos temas que fueron muy hábilmente esgrimidos por quienes combatieron a los gobiernos “neoliberales” de los últimos años, hubo uno que se destacó por la eficiencia con que ilustraba la manera arbitraria como “los políticos”, se enriquecían a costa de los dineros del estado. Era el muy cuestionado tema de los “gastos reservados”.

Con mucha razón, además de un sólido respaldo de cifras, los opositores de aquel entonces enrostraban a los gobernantes los cuantiosos montos que bajo el rótulo de “gastos reservados” eran puestos fuera del alcance de las instituciones fiscalizadoras. Por ser “reservados”, nadie estaba obligado a rendir cuentas, lo que muy fácilmente se prestaba a todo tipo de suspicacias.
Conscientes de lo sensible que era la opinión pública a ese tema, una de las primeras y más publicitadas medidas que adoptaron los nuevos gobernantes fue precisamente la eliminación de “los gastos reservados” del presupuesto gubernamental.

Muy astutamente, sin embargo, tal medida fue acompañada por otra especialmente pensada para llenar el vacío dejado por la eliminación de un medio tan conveniente para la reproducción del poder. Se ´creó el programa “Bolivia Cambia Evo Cumple” financiado por el Gobierno de Venezuela a través de un convenio firmado el 29 de abril de 2006, en La Habana Cuba dentro del ALBA – TCP.

Según los datos oficiales, los montos que ese programa pone a disposición del gobierno de Evo Morales no son nada extraordinario. Apenas unos cuantos cientos de millones de dólares, según algunos cálculos cuya precisión es imposible verificar pues precisamente una de las características del programa es su falta de transparencia. Por eso, nunca se sabrá cuál es exactamente la cantidad de dinero tan libremente administrada.

Sin embargo, más que la magnitud de los recursos que el programa pone a disposición de los seguidores de Morales, lo importante es la forma en que lo hace. Una forma que consiste en abrir una enorme cuenta de “gastos reservados” mucho más grandes y muchísimo más reservados que los de otros tiempos.

En esas circunstancias, no resulta nada sorprendente la proliferación de denuncias sobre malos manejos, sobre nuevas fortunas particulares, sobre obras que se desmoronan antes de ser entregadas. Son las consecuencias obvias de una manera de dejar la administración de tan cuantiosos recursos al libre arbitrio de los militantes del MAS, con la única condición de que den constantes pruebas de su lealtad al “proceso de cambio”.

Tampoco es difícil suponer cuáles serán las consecuencias políticas de la democratización de los “gastos reservados”. Habrá quien se descontente por la mala calidad de las obras, pero será mayor la satisfacción de participar activamente en tan original procedimiento de “redistribución de la riqueza”.

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