Honduras es el foco desde donde se irradia el conflicto, por lo que es de esperar se imponga la posición unánime de la diplomacia mundial
Aunque no es posible precisar si es por pura casualidad, o porque entre ellos hay relaciones de causalidad, lo que parece lo más probable, durante las últimas semanas se ha desencadenado en Latinoamérica una serie de acontecimientos que hacen temer por el futuro de la paz.
El golpe de estado de Honduras ha sido el detonante. Es lo que marcó el inicio de un proceso que tiende a extenderse a toda la región en lo geográfico, y a hacernos retroceder en el tiempo a cuando las diferencias ideológicas se dirimían a través de los más brutales métodos de acción política.
Los factores que alientan el temor de tan indeseable posibilidad son muchos, pero la tozudez con que los golpistas hondureños persisten en su afán de imponer en su país un régimen repudiado de manera unánime por toda la comunidad internacional es el principal. Pero no el único, pues tras él se vislumbra el resurgimiento a escala continental de corrientes que recuerdan con nostalgia los años de las dictaduras militares y sus métodos.
Es tan profunda la brecha que se está abriendo ante tal perspectiva, que no es sólo en Centroamérica donde los primeros soplos de nuevos vientos de guerra se comienzan a sentir. En Estados Unidos, por ejemplo, la antigua pugna entre el desplazado sector más conservador del Partido Republicano y la corriente ahora encabezada por Barack Obama se ha reactivado, y después de mucho tiempo se perciben señales de disociación en la Casa Blanca.
Más cerca de nosotros, la decisión del Comando Sur estadounidense de incrementar su presencia militar en Colombia y su correlato, la desenfrenada carrera armamentista en la que Venezuela se ha embarcado, son otro factor que aviva los temores.
En ese contexto, los informes filtrados a la prensa antes de hacerse oficiales, según los que Venezuela merece el calificativo de “narcoestado”, y las renovadas acusaciones contra el gobierno de Ecuador sobre supuestos vínculos con las FARC, dan también algunas pistas sobre el rumbo hacia donde pueden encaminarse los hechos.
Por si todo lo anterior fuera poco, el Ministro de Exteriores de Israel, Avigdor Lieberman, ha iniciado una gira por varios países de la región con la explícita intención de tejer alianzas para contrarrestar la influencia iraní, país que ya cuenta con importantes aliados, entre los que se cuenta Bolivia. Así, la posibilidad de que Latinoamérica se involucre activamente por primera vez en los conflictos del Medio Oriente suma un motivo más para ver con preocupación el curso de los acontecimientos.
En tales circunstancias, y al ser Honduras el foco desde donde amenaza irradiarse el conflicto, sólo cabe esperar que los esfuerzos que hace la diplomacia del mundo entero para apagar la mecha encendida por tan repudiado golpe de Estado den sus frutos antes de que sea demasiado tarde.
¿Un Plan Cóndor chavista? (Stanislav Sousek Gumucio)
Hace 15 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario