Bien haría la oposición boliviana en mirar más allá de sus limitados horizontes si no quiere correr la misma suerte que la venezolana
Mientras la oposición venezolana continúa tan dispersa y desorientada como hace diez años, vaticinando la pronta caída de Hugo Chávez, depositando todas sus esperanzas en un desmoronamiento de la economía que no hay cuando se produzca, o en que algún sector de las Fuerzas Armadas siga lo que les parece un buen ejemplo de los militares hondureños, el régimen chavista continúa avanzando a paso firme y sostenido hacia la consolidación del “Socialismo del Siglo XXI”.
El próximo paso ya ha sido anunciado. Será la aprobación en la Asamblea Nacional de un paquete de cuatro leyes con las que el gobierno se propone montar la estructura legal para “romper el modelo de producción capitalista como forma de regir nuevas relaciones de producción”.
Las cuatro leyes que han sido puestas en la agenda parlamentaria “para ajustarlas a los lineamientos del Plan Socialista Simón Bolívar 2007-2013” son la de Planificación Pública, de Propiedad Social, de los Consejos de Trabajadores y la reforma a la Ley Orgánica del Trabajo, están en la agenda parlamentaria. Según anuncia el gobierno chavista, el objetivo es transferir el control de los medios de producción a los trabajadores para poner fin a la propiedad privada “como forma para apropiarse de las ganancias del productor y el desplazamiento del mercado para sustituirlo por la ‘planificación consciente’”.
Además de ello, a través de la Ley Orgánica de Planificación Pública, lo que se propone el régimen es legalizar un sistema mediante el que la transferencia de dinero a las regiones dependa de que los gobernantes sigan o no la línea del programa socialista.
Ley de Propiedad Social, por su parte, busca desarrollar un modelo de propiedad social basado en las Empresas de Producción Social. Eso se complementará con la Ley Orgánica del Trabajo, mediante las que se conformarán “Consejos de Trabajadores Socialistas” que intervendrán en la gestión de las empresas públicas y privadas.
Para alcanzar tan ambiciosos objetivos antes de fin de año ya están movilizadas todas las fuerzas del oficialismo. La oposición, en cambio, sumida como está en sus pugnas internas, no logra poner orden en sus ideas ni en propias filas y prefiere seguir, como lo viene haciendo desde hace ya más de diez años, subestimando a sus rivales y alentando infundadas ilusiones en la fragilidad del proyecto socialista.
Como es fácil constatar, las semejanzas con lo que ocurre en nuestro país son muchas. Sería pues bueno que la oposición democrática boliviana haga un esfuerzo para mirar un poco más allá de sus limitados horizontes y extraiga de Venezuela las lecciones necesarias para no correr similar suerte que la con su ineptitud y ceguera se ganaron sus pares venezolanos. De otro modo, en el futuro de nada servirán los quejidos lastimeros.
¿Un Plan Cóndor chavista? (Stanislav Sousek Gumucio)
Hace 15 años
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