La cumbre del Mercosur es una muestra más de la profundización de las discrepancias políticas e ideológicas entre los países de la región
En medio de una coyuntura política internacional más compleja de lo habitual, ayer se inauguró en Asunción la XXXVII Cumbre de Mercosur en un ambiente signado por el escepticismo sobre el futuro de éste que, tal como van las cosas, se perfila como uno más de los muchos intentos frustrados de integración económica regional.
El escepticismo no es infundado. Y la más clara muestra de lo lejos que está el Mercosur de alcanzar los objetivos para los que fue creado es la agenda que regirá las deliberaciones de la cumbre presidencial. Temas como la unión aduanera, el sistema de distribución de la renta aduanera, la eliminación del doble cobro de la tarifa externa común y varios otros que enrarecen las relaciones comerciales entre los países miembros, que son los que tendrían que ocupar la atención de los participantes, fueron relegados a un plano muy secundario y su lugar será ocupado por el golpe de Estado de Honduras y la pandemia de gripe AH1N1.
Otra muestra del estancamiento en que está sumido el Mercosur es el relativo a la incorporación de Venezuela en calidad de miembro pleno. Como se recordará, hace ya tres años que los cuatro países que fundaron el bloque regional aprobaron el ingreso del país gobernado por Hugo Chávez, pero el protocolo hasta ahora solamente ha sido refrendado por los parlamentos de Argentina y Uruguay, lo que dice mucho de la naturaleza y magnitud de las discrepancias que paralizan el proyecto integrador. La ausencia de Rafael Correa, y la incertidumbre en que hasta el último minuto mantuvo Chávez sobre su eventual participación o ausencia, son otros dos indicadores de lo dicho.
Como si tantos motivos para relegar los temas económicos que se supone son los que dan razón de ser al Mercosur no fueran suficientes, el presidente de Bolivia, Evo Morales, a pesar de no ser miembro pleno del grupo, lanzó horas antes de la inauguración una propuesta que, por las circunstancias y el contexto en que fue lanzada, contribuyó a acrecentar las suspicacias que enrarecen el ambiente de la cumbre presidencial. Anunció su decisión de proponer a la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) la constitución de una escuela “de defensa regional” para cerrar las puertas a la influencia militar estadounidense en la región, ante lo que los gobiernos de Chile y Paraguay ya hicieron conocer su preocupación.
Así las cosas, todo parece indicar que de esta cumbre presidencial sólo se pueden esperar las consabidas declaraciones líricas y algún pronunciamiento contra la gripe porcina. Y aunque Brasil y Chile no desaprovecharán la ocasión que les presenta el caso hondureño para poner un nuevo límite al liderazgo que Chávez intenta adjudicarse sobre la región, no se vislumbra nada que devuelva la vida a otro proyecto de integración que languidece.
¿Un Plan Cóndor chavista? (Stanislav Sousek Gumucio)
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